TDtentro de los jubilados hay especies especiales que no se contentan con su suerte. Mi vecino, que es jubilado de la Guardia Civil, no se contenta con haber sido un ejemplo dentro de los números de la institución benemérita y aspira a parecer abogado.

En un guardia siempre duerme un abogado que no lo fue porque tenía otras altas miras como la del orden, o que el arma estuviera siempre limpia. Los muertos por limpiar armas son innumerables. Pero mi vecino presume de saber de leyes. Ayer me lo encontré, y llevaba debajo del brazo un libro. Por un momento creí que llevaba una novela del profeta Saramago :

--No, no, es la Ley de la Propiedad Horizontal--, me dice como exigiendo una distinción.

Este vecino mío ha podido ser lo que nadie sabe en el derecho, pero el cura del pueblo lo predestinó para la guardia civil y allí hizo un carrerón. Fueron varias las veces que se recorrió la vía férrea de Badajoz a Aljucén y ésto le dejó la secuela del derecho, por eso siempre tiene en los labios el artículo segundo del Código civil y lo pregona a diestro y siniestro: la ignorancia de las leyes no exime de su cumplimiento. Y te lo repite a todas horas y en todo momento y por cualquier circunstancia.

Me he propuesto revisar la amplia nómina de jubilados, y bucear en sus sentimientos y esperanzas. Tengo uno que le da por pintar y lo ves que lleva el 127 siempre lleno de pinturas de todos los colores. Sin embargo es raro encontrar jubilados lectores fuera de la ley de la propiedad horizontal. El jubilado no entra por la cultura. Prefiere las leyes. Es una deformación española. Por qué no hacen orfeones... Esa es otra. Sin embargo, les pirra Benidorm.

*Escritor