En estos días me estoy dando cuenta de que, por desgracia, los Juegos Olímpicos no son más que un negocio, donde lo que prima son los intereses económicos. Aquel citius, altius, fortius de antaño ha quedado oscurecido por el capitalismo salvaje que domina el mundo y que hace tiempo que alcanzó también al deporte.

Me parece vergonzoso que se encargue a un país como China la organización de unas olimpiadas. Y no sólo por lo que estos días está ocurriendo con el Tíbet. China es un país que no respeta los derechos humanos, un país donde las niñas no tienen derecho a nacer, donde todo aquel que no piensa como el régimen dice que hay que pensar en encarcelado, torturado incluso asesinado, un país represor donde los haya, en fin, un país donde gobierna el comunismo más radical, por suerte ya extinguido en gran parte del planeta. Cualquier país decente debería boicotear estos Juegos Olímpicos. Pero no ocurrirá. Como decía al principio, lo económico prima sobre cualquier otro interés, aunque de vidas humanas se trate. En todo caso, si no son los Gobiernos ni los Comités Olímpicos, deberían ser los propios deportistas los que se pusieran en pie de guerra --en pie de paz en este caso-- y se negaran a acudir a un espectáculo en el que van a ser meros comparsas de los negocios que se traen entre manos las grandes potencias mundiales.

Por cierto, que nuestro querido presidente Zapatero, un hombre con un ansia infinita de paz , podía dar ejemplo e impedir que España colabore con semejante patraña. En este caso entonaría mi más sincero chapeau por el presidente.

Alejandro Rubio Sánchez **

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