El Partido Popular está haciendo esfuerzos evidentes para calentar el tema de la unidad de España y convertirlo en el eje central de los próximos pulsos electorales. Parte de un análisis simple: éste puede ser el escenario de debate más incómodo para Rodríguez Zapatero a causa de los diferentes matices que conviven en el socialismo español con respecto al modelo de Estado. Al mismo tiempo, la formación que lidera José María Aznar espera sacar rendimiento de una de las fibras tradicionalmente más sensibles de los conservadores del país: la unidad, además de necesaria, es sagrada... Esta estrategia traerá problemas. Azuzar el demonio de que los socialistas no son sinceros cuando defienden la unidad es una falsedad y una maniobra de especial zafiedad en momentos en que en Euskadi dan la cara y pagan con sangre su apoyo a la cohesión española. Pero, además, es irresponsable cara al futuro sembrar la idea de que plantear más descentralización o un modelo federal sea una postura antiespañola . Utilizar este tipo de argumentos por electoralismo tal vez siga dando votos a corto plazo, pero aplazará aún más la creación de un estado de ánimo homogéneo español sobre nuestra identidad como Estado.