La nueva Comisión Europea obtuvo ayer el plácet del Parlamento y echará a andar formalmente a principios de noviembre con un doble reto mayúsculo. Por una parte, sacar a Europa de una crisis que se concreta en 25 millones de parados (con España en lugar destacado, con un porcentaje que duplica la media de la Unión) y un crecimiento económico muy débil. Por otra, recuperar la credibilidad ante los ciudadanos, hoy en buena parte tentados de perder la confianza en el proyecto europeo debido a las dificultades con que avanza por las desavenencias entre sus miembros, que anteponen los intereses nacionales a los de los Veintiocho. Ambos retos están estrechamente relacionados, de modo que sin una salida adecuada de la crisis será muy difícil que la UE se afiance como apuesta estratégica. El nuevo presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker , de indudable pedigrí europeísta, es perfectamente consciente de las dificultades y de la urgencia con que debe afrontarlas.