La lengua azul ha reaparecido con fuerza después de dos años y medio libre: 500 ovejas, según el veterinario que va levantando acta de los animales muertos por esta enfermedad, y 350 según la Junta, han caído en los últimos días víctimas del virus que la causa, cuya presencia se ha detectado en más de 40 explotaciones de cuatro localidades del sur de la región.

Las características de transmisión de la lengua azul, a través de un mosquito que inocula el virus al picar al animal, obliga a las autoridades veterinarias a estar alerta. Más alerta todavía porque semanas atrás ya surgió un foco en Almadén de la Plata (Sevilla), cerca de Extremadura, y en la sierra de Huelva, y el Ministerio de Agricultura obligó a limitar la movilidad del ganado en el sur extremeño. Es decir, se sabía que la lengua azul estaba cerca. Y, sin embargo, según pudo comprobar este periódico en las fincas con animales enfermos o muertos, solo había un veterinario, que apenas podía hacer otra cosa que levantar acta de las bajas. Por otro lado, la información sobre el brote se ha transmitido a una velocidad menor que a la que viaja el mosquito: no es posible que en tiempos de teléfonos por satélite, la Junta solo tenga datos de animales muertos correspondientes a la semana anterior. No es lo mismo que haya cinco ovejas muertas, que es de lo que dio cuenta la Junta el miércoles porque no disponía de más datos, que cien veces más. La información es precisamente el factor que puede separar la vida del animal de la muerte, porque si es efectivo fumigar las fincas, como ya están haciendo los ganaderos, más lo hubiera sido si hubieran empezado cuando murió la primera oveja. La Junta no ha gestionado este asunto con la diligencia necesaria.