WLw a decisión del Tribunal Supremo de asumir las investigaciones sobre el tesorero del PP, el senador Luis Bárcenas, y el portavoz adjunto del partido en el Congreso, Jesús Merino, es un paso decisivo en el esclarecimiento del denominado caso Gürtel, esto es, la trama de corrupción dirigida en Madrid por Francisco Correa. A Bárcenas el alto tribunal le atribuye la presunta comisión de cohecho y delito fiscal, mientras que Merino es supuestamente responsable de cohecho.

La resolución del Supremo supone, en primer lugar, que se dan por buenas las investigaciones llevadas a cabo hasta ahora por el juez del Tribunal Superior de Justicia de Madrid Antonio Pedreira, según las cuales Bárcenas cobró 1,3 millones de euros del grupo de empresas de Correa, y Merino, 50.000 euros. A partir de ahora llevará el caso el juez del Supremo Francisco Monterde, que en su día fue vocal del CGPJ a propuesta del PP y que tarde o temprano deberá decidir si procesa o no a los dos políticos conservadores. En principio, por los citados indicios de delito, pero no por blanqueo de capitales y financiación ilegal del PP, dos posibilidades que han estado rondando judicialmente al partido de Mariano Rajoy desde que, hace ya varios meses, estallaron el caso Gürtel y su ramificación en Valencia con los polémicos trajes del presidente Francisco Camps.

Ese presunto cortafuegos para el PP es lo que ha llevado a este partido --básicamente a través de Federico Trillo, el cerebro en estos menesteres-- a presentar ante la opinión pública la decisión del Supremo casi como una victoria. Hasta cuatro SMS envió el miércoles a los periodistas el PP intentando convencerles de que ese acuerdo descarta por completo una financiación ilegal del PP. Pero que ahora el Supremo no diga que esa financiación existió no presupone que no vaya a decir lo contrario según avancen las investigaciones.

Toda la estrategia defensiva del PP se ha basado en insistir en la presunción de inocencia de Bárcenas y Merino y en presentar su actuación, en todo caso, como algo meramente personal, sin relación con la actividad del partido. Sin embargo, cada día que pasa el PP es más consciente del coste político que tiene mantener en sus puestos a los dos sospechosos, sobre todo a Bárcenas, que como hombre que controla las finanzas de la organización, contamina cuanto toca y pone en almoneda un departamento tan sensible en cualquier organización; máxime en un partido político, que tiene que dar imagen de limpieza. Por eso han empezado a alzarse en el seno del PP voces que cuestionan la parálisis de Rajoy en este asunto y piden la destitución del tesorero o su dimisión. La salida de Bárcenas del PP, sea la fórmula elegida la que sea, sería el mejor servicio que los conservadores se harían a sí mismos.