El mundo se asemeja a una taberna. Los hombres beben y se desbocan, ruidosos, como corceles enloquecidos sin saborear la vida. Se viven sueños sin nexo, ni rimas impulsados por la fiebre de adquirir cosas para más tener. Los tribunales de justicia están deteriorados. Famosos delincuentes de cuello blanco, condenados en firme, gozan de beneficios penitenciarios. La justicia humana se derrite de vergüenza, como la nieve bajo el sol y el Derecho se tambalea viendo a éstos pasear su cara ancha escondiendo fundadas sospechas de que siguen disfrutando de una saneada situación patrimonial, consecuencia de delitos pasados. Condenamos a quien hurta una flor mientras quien se apodera de un campo es un caballero. Se es duro con los pequeños transgresores de las leyes y se les tributa honra, riqueza y gran respeto a los grandes piratas. ¿Dónde colocar a los terroristas? Fíjense en Josu Ternera. Se sentó en un parlamento, quien había sido condenado y ahora se le busca. Hacen promesas pero no cambian de mañas, como la zorra. Aquello que aprendimos de niño: "La mirada de los hombres es lo único que no se puede disfrazar", parece no ser verdad.

Se pone de moda el estilo de familia light, inconsistente, frívola y permisiva. La televisión nos ofrece programas aburridos y faltos de creatividad y de compromiso social, dirigidos por ignorantes de lo que es el espíritu español demostrado tantas veces y súpercomprobado en la ayuda a Galicia. ¡Qué bello! Una vez más brilló la solidaridad en medio de nuestra sociedad dura y competitiva y el fondo del espíritu de nuestra raza afloró ayudando a los demás. Lección extraordinaria que nos hizo recordar que el amor es un tesoro que no hay que guardar sino cultivar.