Estigmatizar o denostar a la juventud en bloque cada vez que unos pocos protagonizan algún hecho reprobable no viene a suponer por parte de la sociedad sino una clara hipocresía para tapar sus vergüenzas. Hay que entender que la juventud de cualquier época nunca fue ninguna perita en dulce, y lo preocupante de verdad sería lo contrario. Ya en la época de Esopo los jóvenes apedreaban ranas por diversión y, sin ir tan lejos, los padres de muchas de las actuales criaturitas, jóvenes entonces y santones ahora, se cocían a porros, LSD y demás sustancias de la alegría para defender aquellos gloriosos vientos de libertad que ahora nos están trayendo estas tempestades que tanto terror, paradójicamente, nos producen.

En cualquier caso, satirizar a la juventud en conjunto tildándola de todo menos bonita, no me parece serio. Fíjense, que puestos a reprochar barbaridades sentáramos a los jóvenes y sus defectos frente a esa sociedad madura , por llamarla de alguna manera, que de un modo u otro ejemplifica y dirige sus designios. ¿Alguien puede llegar a pensar que esa sociedad madura estaría en disposición de dar ejemplo alguno? Les sugiero, por ejemplo, que empiecen por nuestros políticos...

Es claro que ciertas cosas no las pueden hacer sino la juventud y, en concreto, cierta parte de la juventud a la que, lógicamente, hay que castigar cuando se sale de la raya, como ha sido el caso de Pozuelo por ejemplo, pero, bajo ningún concepto censurar en conjunto desde una actitud hipócrita y, sobre todo, desde una perspectiva en la que hay mucho de lo que avergonzarse y mucho que mirarse al ombligo antes de venir a erigirnos como maduros jueces , y es que para predicar, el ejemplo, tiene que ir por delante.