TEtstá demostrado que ser joven es muy importante a la hora de afrontar las situaciones y realidades que nos tocan vivir. Se aprecia en cualquier ámbito que se nos ocurra, y es sin duda un capital de futuro que si se mima y cuida, condiciona el devenir de cualquier pueblo. Si uno se siente joven por convicción y por espíritu, más se crece cuando percibe que el hecho diferencial de la juventud forma parte de discursos y de programas específicos de instituciones públicas, que no sólo se refieren al colectivo que representa esta franja de edad, sino al porvenir de toda una región, que apuesta por los valores y potencialidades que intrínsecamente se vinculan a ellos.

Rodríguez Ibarra lo viene afirmando en los últimos meses, lo ratifica en el discurso ante la Asamblea el pasado día 15 de junio y se lo transmite a importantes pensadores y autoridades europeas en Yuste. Como solemos decir cuando el río suena agua lleva , y ese es precisamente el mensaje de optimismo y de esperanza que los jóvenes, entre los que me incluyo, tenemos puesta en nuestra región y en el futuro que comienza ahora a escribirse. Se trata pues de una oportunidad de oro que tendremos que aprovechar, pero no como meros observadores sino como verdaderos activistas y protagonistas del proceso, con el claro objetivo de posicionarnos tal y como somos en el mundo globalizado, con nuestras deficiencias pero con muchas virtudes. Para ello sería muy importante recordar de manera permanente de esas palabras de Rubén Darío que nos hablan de que la juventud pasa y con ella las oportunidades. Por tanto, no hagamos méritos para tener que lamentarnos sobre lo que pudimos ser y no fuimos, y memoricemos eso de Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver! Cuando quiero llorar, no lloro... y a veces lloro sin querer... felipe.sanchez.barbaextremadura.es

*Técnico en Desarrollo Rural