Muy poca gente se libra de tenerla y ojalá pudiera elegir la que le toca, pero quien más y quien menos la soporta. La familia es el IBI de los primates que dicen ser evolucionados y sociales. Lo que resulta paradójico es la actitud de quienes se han empeñado en defenderla a ultranza de las múltiples agresiones a las que se ve sometida. Sin embargo, ¿está la familia realmente tan amenazada? ¿Qué lado oscuro de la fuerza la atenaza? Porque uno tiene a veces la sensación de que lo que se defiende no es a la familia en general, sino la supremacía de un subtipo muy determinado de familia. Y tanta concreción asusta, porque niega un principio fundamental de la naturaleza, la diversidad, reduciéndola a una cédula de resistencia, un resorte pronto al socorro y auxilio de determinados principios o creencias. No cuesta imaginar el modelo que preconizan los guardeses de la unidad familiar y los roles que asignarían a cada uno de sus miembros, basta con echar un vistazo al Viejo Testamento: un patriarca longevo con tendencia a los largos monólogos sentado en una tienda de campaña, rodeado de mujeres-conejo y una prole de sumisos descendientes, todos devotos del mismo Dios, siempre dispuestos a salir al desierto con silbatos y pancartas para negar el derecho de los que no piensan como ellos a formar la suya propia. La familia se defiende sola desde hace miles de años, sin ayuda de dogmas ni profecías anunciando la Gran Hecatombe Doméstica. Y en este sentido las familias españolas son como las latas de aceitunas con anchoa: tienen asegurada su supervivencia hasta el fin de los tiempos, y si sus eternos valores están en duda se debe más a la hipocresía de acérrimos defensores como Berlusconi , la norirlandesa Robinson o esos clérigos cuyos abusos provocan infinita misericordia a sus superiores --y rechazo y náusea a los demás-- que a las presiones del lobby gay o a las toscas iniciativas gubernamentales. Por la parte que a esta oveja negra le toca, defenderá a todo aquel miembro de su gran familia --la humana-- que lo merezca. Eso deberíamos hacer todos, los descarriados y los adoradores de monolitos.