TUtn fisiólogo de la Universidad de Maastricht cultiva células madre de vaca a fin de obtener tejido muscular. No es ninguna investigación médica. Es un intento de producir hamburguesas de laboratorio. De momento, ya dispone de cultivos de fibra muscular conseguida a partir de las células madre. Son hilachas de un par de centímetros, que se propone mezclar con grasa también cultivada para obtener hamburguesas al por mayor.

Es muy posible que lo logre, no me sorprendería. Sí me sorprende el entusiasmo con que ha sido recibida la noticia por parte de la asociación norteamericana PETA (Personas por el Trato Etico de los Animales, por su sigla en inglés) y por varias organizaciones ecologistas. Unos celebran que no haya que matar vacas en el futuro, otros se alegran de la reducción de gases de efecto invernadero que comportará la correspondiente mengua de la cabaña ganadera, por no hablar de los bosques primarios que no será necesario convertir en pastos. Me pregunto si no sería más sensato abandonar las dietas hiperproteicas que tanto estrago causan en la salud. Los occidentales comemos demasiada carne, cualquier dietista lo sabe. Se asimila este mal hábito alimentario a tener un nivel de vida alto. Y hemos exportado semejante necedad. Por eso los 4.000 millones de humanos poco o nada desarrollados aspiran a dietas carnívoras. Confunden dejar de pasar hambre con comer de forma poco saludable, como los norteamericanos o muchos europeos, cada vez más obesos y con mayor riesgo cardíaco. ¡Qué disparate!

Muchas culturas asiáticas son vegetarianas. La dieta mediterránea es para omnívoros que priorizan la verdura, la fruta, el pescado y las grasas vegetales por encima de la carne y de las grasas animales. Los esfuerzos sociocientíficos deberían dirigirse a difundir esas buenas prácticas alimentarias, saludables y ambientalmente más sostenibles que el fast food grasiento y esquilmador. Dejemos las células madre en manos de la medicina y comamos más legumbres.