Hoy, jueves 8 de marzo, el Proyecto Alzheimer dejará de ser eso, un proyecto, para convertirse en una realidad porque doña Sofía inaugurará lo que es un empeño personal, un sueño largamente meditado, un objetivo cargado de trabajo y de tenacidad, y una suma de esfuerzos de muchas personas y de muchas empresas, de las Administraciones públicas y de la sociedad civil. Y, por encima de todo, una ventana de esperanza para la lucha contra una de las enfermedades más terribles, el alzhéimer, la plaga del siglo XXI.

La Reina, además de feliz, podrá estar satisfecha. El Proyecto Alzheimer de la Fundación Reina Sofía está cargado de contrastes y de solidaridad. Es una idea de la Reina, pero es un proyecto de muchos: empresarios, asociaciones de familiares, farmacéuticos y médicos, políticos, arquitectos... Es el resultado de la colaboración conjunta entre la sociedad civil y todas las Administraciones públicas, sin importar el color político. Ha costado mucho, empieza ahora su camino de verdad, pero, sobre todo, tiene futuro. Es un proyecto muy pegado a la realidad, pero está lleno de esperanza y de utopía. El alzhéimer no tiene cura pero, tal vez, los investigadores se acerquen desde este centro a la solución de esta maldita y odiosa enfermedad y allí no sólo se atenderá a los enfermos, sino que se formarán personal sanitario, familiares y voluntarios. Y, por encima de todo, es un grito para que no nos olvidemos de quienes lo han olvidado todo.

Cuando se puso la primera piedra de este proyecto en Vallecas, la Reina dio las gracias a todos, pero somos nosotros los que tenemos que estar agradecidos al impulso de doña Sofía. Sin ella, no sería realidad.

El Proyecto Alzheimer tiene la vocación de convertirse en un referente nacional y mundial en la vanguardia de la investigación y la lucha contra uno de los mayores problemas sociosanitarios de este siglo desde la atención sanitaria y social, la investigación y la formación. Es una gran idea y un aldabonazo a las conciencias de todos. Y millones de españoles confían en que desde allí se encuentren salidas para el tratamiento y la atención no sólo de los enfermos sino también, y muy especialmente, de sus familiares y cuidadores. A la Reina y a ellos habría que hacerles un monumento. Gracias, señora.