Precisamente ahora que se anuncia la reapertura del tren del Valle del Ambroz, te marchas. -- "¿Qué tal te encuentras José Antonio?", te preguntaban en los últimos tiempos. Y tú: --"Regular, gracias a Dios", respondías, para quitarte el marrón de encima. Compartimos tiempo, espacio y música, sobre todo música, y aunque no eras muy amigo de introducir elementos extraños, trepadores, en aquel maravilloso programa de Un País en la Mochila , conmigo hicistes una excepción. --"¿Dónde te metes?", "aquí en la sierra", te respondía. --"Pues ya me estás componiendo algo para el capítulo del Valle del Ambroz". Así que un mes de julio de hace años, estuvimos en este maravilloso valle del Norte extremeño. TVE te había encargado un capítulo por comunidad autónoma y elegiste, por algo sería, estas tierras altas, fronterizas, a las que estoy tan unido. La subida a los Castaños del Temblar, en Segura de Toro, fue lenta, con todo aquel equipo. --"Venga pa acá ese vino de pitarra", pedías bajo el castaño Hondonero, con la bota de mi padre, que por cierto, después del trago televisivo, la metiste en la mochila y no la he vuelto a ver, claro y es que hacía un vino maravilloso; buenos meneos, empinando, le dabas, en el despacho del Congreso, cuando te quedabas solo, acordándote de tu tierra maña.

Las imágenes con Eulogio , el trashumante de La Garganta; la música Sefardí en Hervás, los jardines de Sotofermoso en Abadía, pero el momento más bello, quizás, fue el rodaje en la estación de ferrocarril, abandonada, en Baños de Montemayor; recuerdo que la última escena consistía en que caminando, te detenías un momento, me mirabas, mientra yo, con mi guitarra, cantaba a la vía abandonada del tren, para, a continuación, dirigirte hacia la fuente cercana, con el correspondiente traguito de agua, limpiándote con la mano ese bigote, y para finalizar el programa, alejándote, caminando por la vía del tren, dirección Salamanca. --"¿Cuánto tiempo tengo que andar por la vía?", preguntabas a Mariano Sanz , el productor. --"Tú vete caminando, alejándote, hasta que te demos un silvido", te contestó; así que a la voz de "acción", mirada, traguito, bigote, y caminando te ibas alejando por la vía abandonada. --"Venga, deprisa, recoged todo y al furgón", nos indicó uno del equipo. Y en un minuto, mientras Labordeta se alejaba por la vía, esperando el silbido, nosotros ya íbamos bajando a Baños de Montemayor; total, que al cabo de dos horas se presenta en el hotel, nosotros en la terracita, --"Cabrones, ya es la segunda vez que me lo hacéis", sonreía; y es que se había alejado casi dos kilómetros, andando por la vía, pensando en sus cosas, esperando aquel silbido que nunca llegó; pero todo ello con un gran sentido del humor, que reinaba en el equipo de rodaje, de ahí el éxito de esta entrañable serie. Mi hija Carolina , hoy psicóloga, presenció aquellos maravillosos momentos, tomando nota, con sus 15 años, alucinando. Después cantamos en un Otoño Mágico, en el cine de Hervás, en el Gran Teatro de Cáceres.

Querido José Antonio, tu voz, mi voz, en Segura de Toro, en el Ambroz, en el bosque, en el tren, siempre.