TEtl octogenario escritor don Eliseo García imaginó para el primer capítulo de su libro El Contrato de Caín , el inicio y evolución del mundo dividido en dos grandes continentes, uno poblado por creyentes de las distintas religiones que actualmente existen; el otro poblado exclusivamente por laicos. En el libro explica don Eliseo como la formación de este mundo dicotómico surge repentinamente, sin que ningún ser humano encuentre una verdadera explicación. Los habitantes de esos dos continentes diferenciados se ven establecidos en ciudades y pueblos, conviviendo en sus respectivos continentes sólo con vecinos agnósticos los escépticos; o sólo con vecinos religiosos los devotos.

En el continente laico la creencia de un ser supremo está individualizada, cada uno se crea su propia concepción del más allá y del porqué de la existencia, y la expone libremente ante los demás, pero no se practica el proselitismo porque los habitantes de este continente están concienciados de que una creencia, si se colectiviza, termina adquiriendo una necesidad de organigrama y pautas doctrinarias conjuntas a seguir, los adeptos se someterían a un líder o líderes que dirigirían la agrupación de creyentes y los inducirían a fomentarla para que ésta creciera y sometiera al resto de los habitantes. En el mundo laico todos son conscientes de las imperfecciones humanas e intentan entenderlas y aceptarlas.

El continente habitado por religiosos está dividido por tantos países como religiones existen. La mayoría de estos países tienen afán expansionista e intentan atraer para sí a los habitantes de otros países. Es frecuente el antagonismo entre doctrinas y la constante entrega al proselitismo, ya que los dirigentes de cada país son conscientes de que la fortaleza de los mismos depende en su número de adeptos. Cada país impone a sus habitantes unas pautas de relación y comportamientos a seguir, y no son aceptadas muchas conductas por ser consideradas irreverentes.

Dice don Eliseo que no estaría mal que en la realidad existiera un mundo así y cada habitante pudiera elegir con verdadera libertad el continente donde vivir.

*Pintor