Periodista

Ante su asombrado homó-

logo tunecino, que acabó soplándole la solución, la titular española de Exteriores, Ana Palacio, se metió el martes en un asombroso batiburrillo al confundir y homologar términos tan distintos como islamismo, extremismo e integrismo. En Túnez --su huésped era Ben Yahia, un exquisito intelectual-- saben muy bien distinguir esas cosas, entre otras razones porque allí el peligro islamista no es una fantasía, sino una amenaza muy seria.

Los lapsus de la ministra comienzan a ser históricos. Pero no estaría mal ofrecer un curso de formación acelerada sobre el islam al gabinete en pleno, más que nada para ayudar a la reconstitución de la tradicional amistad con el mundo árabe en que se halla ocupado.