TEts muy probable que pudiéramos discutir acaloradamente sobre el origen, no sólo de las FARC colombianas sino, en general, de todos los movimientos revolucionarios de signo marxista que surgieron en los años 60 en buena parte de Latinoamérica con dos figuras claves: Ernesto Che Guevara , como máximo representante del guerrillero puro y mediático, y Fidel Castro que encarnó el triunfo de esa revolución en Cuba. Y detrás ellos buena parte de nosotros, tan jóvenes, tan ilusionados, tan radicalmente cabreados con las inmorales oligarquías que convertían Latinoamérica en el burdel (Cuba) o la despensa (tantos otros) de los EEUU. Pero el tiempo, ay, pasa factura y se convierte al final en el gran enemigo de la revoluciones; la demostración la vuelven a encarnar los dos personajes citados: el mito muere pronto en las montañas y su perfil sigue vivo en la camisetas de medio mundo; Fidel se perpetúa a sí mismo cambiando libertad por ollas Express.

Ahora los revolucionarios no llegan de las montañas sino del ruido de sables aupados por la miseria y ganan en las urnas dudosas elecciones. Una vez en el poder, descubren sus cartas y piden al mundo en tono apocalíptico que las FARC, por ejemplo, dejen de ser consideradas como un grupo terrorista, las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) de aquí y ahora, las FARC que cobran el gramaje a los campesinos (impuesto sobre cada gramo de coca), las FARC cuyo ejército está compuesto, según datos de instituciones solventes, en un 20% aproximadamente por menores de 18 años, niños soldados; las FARC que responsables de miles de secuestros y cientos de asesinatos, las FARC, unos libertadores cuya ética revolucionaria no les impide secuestrar a Ingrid Betancourt cuando ella misma, como aspirante a la presidencia, iba camino de una reunión con ellos para buscar salida al conflicto. Y ni menciono su relación con el narcotráfico de todos conocida. Prácticamente violan todos y cada uno de los artículos recogidos en la declaración de los Derechos Humanos.

Pues este es el grupo por el que clama ahora Hugo Chávez , el grupo al que califica desde ayer la Cámara venezolana como "organización política" y al que da cobijo y petróleo desde su dictadura bolivariana. Esta es la guerrilla que quiere liberar al pueblo colombiano y contra ellos luchan no sólo el ejército sino grupos paramilitares tan reprobables, seguramente, como las propias FARC en un país donde el cultivo de la droga es el recurso básico de los más pobres que trabajan por una miseria para los grandes grupos mafiosos encantados de que las FARC sigan existiendo.

Tarde o temprano el eje Chávez-Fidel-Morales (no meto a Lula ) va a ser un problema incómodo para el mundo y muy grave para sus propios pueblos. Una vez mas la Historia va demostrar que las urnas no son siempre infalibles. ¡Qué espectáculo el del Chávez vestido de general, pidiendo a su Cámara Legislativa el reconocimiento para las FRAC poco menos que el de una ONG¡ Tenía razón el Rey: ¿por qué no se callará este tipo?

*Periodista