TLtos ciudadanos españoles, también los extremeños, estamos empezando a sentir una sensación de hartazgo de demagogia e ineficacia de nuestros gobernantes en lo referido a la tremendamente contagiosa y letal gripe A. Sí, a las cosas hay que llamarlas por su nombre, máxime cuando es la vida lo que está en juego. Suenan a guasa las reiteradas recomendaciones de la doctora en nada Trinidad Jiménez , para más señas ministra de Sanidad, relacionadas con la gripe A: taparnos la boca con un pañuelo desechable al estornudar y tirarlo después (no reciclarlo), lavarnos las manos continuamente durante al menos un minuto (adiós la reserva hidráulica, que está al 42% de la capacidad total.

¿Sabe esta ministra que esa medida --solo cinco veces al día-- supone gastar dos mil millones de litros de agua diarios en España?) y no saturar los servicios sanitarios (permanecer en casa hasta que sepamos a ciencia cierta que hemos pillado la gripe A, perdón, que nos ha atropellado ella). Mientras esta señora se pasea por los medios pidiendo tranquilidad y serenidad a los ciudadanos, que en pocas ocasiones habremos estado más en sus manos que ahora, sí, en sus superlimpias manos (Pilatos también se las lavó-), los responsables sanitarios de otros países de la UE atesoran vacunas en dosis suficientes para atender a su población. España será uno de los países de la UE que menos porcentaje de población cubra, menos del 30%, pues ha tomado como referencia los grupos de riesgo (me gustaría saber quiénes no corren riesgo), mientras que Francia vacunará al 70% de su población, que es muy superior a la nuestra, Suiza y Grecia, a la totalidad, y el Reino Unido y los Estados Unidos, a más de la mitad.

Son ya once los muertos y treinta y cinco los ingresados en las UCIs españolas por el contagio del virus. El tiempo de evitar alarmas y angustias ya ha pasado, ahora debería existir una prioridad: conseguir cuanto antes las dosis suficientes que permitan vacunar a toda la población española que lo desee (todos somos personas, con los mismos derechos y obligaciones), aunque se comience por los denominados grupos de riesgo. ¿Acaso el que monta en el metro o en el autobús público (atestado normalmente) no corre riesgo?

Lo que parece preocupar más a los gobernantes es el comienzo de curso escolar, es decir, que comience cuando dice el calendario, pues la OMS no ha recomendado lo contrario. El debate ya está abierto en la calle, y la diversidad de opiniones también. En Extremadura parecer ser que han mantenido reuniones los responsables de las Consejerías de Sanidad y de Educación con responsables de una federación de padres de alumnos acerca de las medidas "a seguir" con sus hijos. Me parece bien la postura, y necesaria, así como dar la máxima información. Sin embargo el comienzo del curso escolar no debería estar marcado por esta campaña de información, sino por la vacunación de alumnos, profesores y personal no docente.