DEVOCION MARIANAGuadalupe, extremeño

Crispín de Cáceres. Cáceres

El domingo pasado visité una vez más a la patrona de Extremadura, la Virgen de Guadalupe. Cuando llegué al entrañable pueblo, me encontré que la playa Mayor estaba cercada por andamios, entablillados de madera y algún que otro carro; el suelo de la plaza estaba cubierto de arena, la famosa fuente de la plaza en el centro, reforzada. Por unos días la plaza de Guadalupe se había convertido en una plaza de toros. En los bares el vino de pitarra extremeño, en el comercio, la artesanía regional. Entré a visitar a Nuestra Señora de Guadalupe. La santa misa había comenzado y al llegar al momento de las peticiones, el celebrante pide por el Santo Padre y por el obispo de la Diócesis. Y es entonces cuando se me entristece el corazón. En el año 2004, la patrona no pertenece a ninguna de las diócesis extremeñas, sino a la de Toledo.

Soy consciente que el tema ha sido tratado en varias ocasiones por la iglesia, pero qué impedimento hay detrás de todo ésto que hace que Guadalupe siga perteneciendo a la diócesis de Toledo. ¿Tanto pierde Toledo si se le quita Guadalupe? ¿No ve la diócesis de Toledo el sentimiento del pueblo extremeño?

TOROS Las indecisionesse pagan

José Luis Arellano Herrera. Mérida

Las indecisiones en política se pagan siempre y el toma y daca que llevamos sufriendo con este asunto, no tiene justificación alguna. Recuerdo un artículo que escribí en el 2002 en el que comentaba la poca disposición que el empresario de turno, José Luis Marca, tenía para organizar espectáculos taurinos y animaba al alcalde para que negociara la compra de la plaza y poder disfrutar del monumento taurino, como era lo más lógico.

Ni entonces, ni ahora con el señor Postigo, hemos conseguido nada; aquí todos vienen a llevarse la mejor tajada y lo que menos interesa es la afición, cuando debería ser lo más importante. Porque es afición y porque es pueblo.

Una plaza de toros como la nuestra es un símbolo que no puede ni debe estar en manos de cualquiera, y este señor, aparte de habernos demostrado sus deseos de especulación, ha dejado a la ciudad, que es capital de Extremadura, en una situación de ridículo bochornoso, que va a ser el hazmerreír de toda la región y de toda España.

Cuando se compra una plaza de toros, debe primar el interés taurino y ponerla en explotación en beneficio del espectáculo y de sus particulares intereses, naturalmente; pero lo que no procede es tenerla cerrada a cal y canto caprichosamente, por lo que yo desde estas páginas exijo al ayuntamiento que realice el máximo esfuerzo, bien para comprar la plaza, bien para expropiarla de inmediato. Esta es una decisión que hay que tomar con más coraje, sobre todo cuando se tiene el respaldo popular. Nuestra plaza de toros, que seguramente es la más bonita de Extremadura, no puede estar en manos de cualquiera, eso debe ser patrimonio municipal, por encima de todo, aunque este año tengamos que fastidiarnos y presenciar las corridas en una plaza portátil. ¡Qué pena!