EN URGENCIAS DE CACERES

Trato impersonal paraun enfermo terminal

Manuel Gil

Cáceres

Hoy, 13 de febrero, es mi 33 cumpleaños. El pasado 17 de enero, falleció mi padre a causa de la enfermedad del silencio , llamada cáncer.

Os escribo esta carta porque necesito compartir lo que siento y cómo me siento; por sus cuatro años de lucha, por la entrega de mi familia, amigos y médicos...

Todo ocurrió, el 15 de enero. Tuvimos que llamar a la Unidad de Cuidados Paliativos para que lo ingresaran, pues dado lo avanzado de su enfermedad, nos vimos totalmente superados de llevar esta situación desde el propio domicilio familiar.

Al ver cómo a mi padre se le apagaba la vida, cómo la enfermedad ya en fase terminal, lo tenía casi consumido nos embargaba una rabia contenida por la impotencia de no poder hacer nada. Sólo podíamos estar con él...

Recuerdo perfectamente lo buena persona que era, su bondad, su generosidad, su cariño hacia los demás.

La ambulancia vino a por mi padre, lo llevaron a Urgencias del hospital San Pedro de Alcántara, de Cáceres, y, una vez allí lo metieron en un box, pues ya que no había habitación disponible, mientras tanto teníamos que esperar...

Cuando mi hermana y yo pudimos entrar a ver a mi padre, cuál no sería nuestra sorpresa al encontrarlo con el pijama de casa sentado en una silla de ruedas, con una bombona de oxígeno, sin ninguna manta, sin nada... en la sala de espera de Urgencias. Se nos cayó el alma de pena al verle en medio de esa sala, con un cáncer terminal, entre todas aquellas personas que entran y salen. ¿Quién dijera que estos profesionales de la sanidad iban a tratar así a un enfermo en esas condiciones?, ¿quién iba a decirnos que en uno de sus últimos momentos trataría así a mi padre?

También quiero decir, que una vez subido a planta (la última vez de su vida) el trato recibido fue muy bueno. Desde aquí quiero agradecérselo.

La intención de esta carta es por una parte, y a su vez la más importante, poder dedicársela a mi padre, por ser como fue en todo momento sin más. Y por la otra, desear que nadie que se encuentre en esta situación de enfermedad reciba el trato a veces tan impersonal y falta de cariño, que pueda hacerle el último trago de su vida más difícil aún si cabe.

EL FIN DE ELUANA ENGLARO

Hipocresía de la Iglesia

Nacho G. Rubí

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Tras la muerte de Eluana, el Vaticano habla de "responsables de su muerte" e "intervención humana", pero son ellos mismos, con sus posicionamientos tan extremos, los corresponsables de cientos de muertes al día. Su posición en alguna guerra fratricida ya lejana o su pasividad en otra más mundial; su condena al uso del preservativo, lo que no dificulta la propagación del sida; los curas negacionistas readmitidos en el club, que fomentan el odio y el racismo; las reprimendas a otros más cercanos al pueblo llano; esa riqueza y ostentación en la que vive el "representante" de Dios en la Tierra y sus amigos, mientras cada día mueren niños por desnutrición extrema. Ese despilfarro y ese alejamiento de la realidad, ¿no les hace a ellos responsables de al menos una, una sola, muerte al día? ¿Dónde queda el perdón, la misericordia, lo que predicaba Jesús? Esta Iglesia hace tiempo que ha perdido el rumbo.

p Una muerte cruel

Isabel Esteban

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Se sorprenden algunos de que Eluana haya muerto tan pronto. Son unos hipócritas. Para cualquiera, tres días es demasiado tiempo sin agua ni alimento. Lo que se demuestra es que Eluana estaba viva y ha muerto de hambre y sed. Lo más cruel. Ahora que sigan discutiendo. Y a defender a las focas, al lince y a...

Pornografía moral

Alberto Ríos

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Eluana se ha ido: por fin descansa en paz. En los últimos días hemos asistido a declaraciones y actitudes grotescas protagonizadas por quienes dicen defender esta corta vida que no es más que lo que arañamos de esa muerte eterna, por quienes invocan esa moral que sí sobrepasa "los límites de la miseria espiritual más repugnante", por quienes no son más que los representantes de esta pornografía moral que habla de crueldad médica o argumentan que Eluana "podría incluso hipotéticamente concebir un hijo". Qué ironía que la muerte se la haya llevado en el mismo momento en el que se debatía una ley para prolongar el sufrimiento de unos padres y la vida vegetativa de su hija, una ley para aplazar una muerte que ha estado hipotecada durante 17 largos años.