EL CASO GÜRTEL

Matar al mensajero,matar la verdad

Víctor Rodríguez Corbacho

Mérida

Las investigaciones judiciales del caso Gürtell siguen aflorando datos nuevos; tantos, que da la impresión de que la trama no tiene fin cercano; la sensación es que va para largo. Los periodistas, los medios de comunicación, en el ejercicio de su profesión difunden lo relacionado con el asunto, que probablemente le es suministrado por personas cercanas al partido que denuncia el acoso.

El partido político afectado por las publicaciones sobre el caso, se muestra indignado y hace un llamamiento "a la opinión pública española e internacional sobre las tremendas consecuencias de tratar de aniquilar al primer partido de la oposición". Añade, que está siendo objeto de "una campaña sistemáticamente programada y ejecutada de ataque y desprestigio de sus cargos públicos y del propio partido, en la que se utiliza como instrumento de difusión a un determinado grupo de comunicación", y acusa a los medios que informan sobre el caso de situarse "al margen de la libertad de expresión".

La ciudadanía que espera explicaciones de los hechos, sabe y recuerda aquello del "contubernio judeo-masónico-comunista", o sea, la teoría de la conspiración para desde el victimismo político amedrentar a diestro y siniestro; pero también sabe que el victimismo constituye una de las herramientas básicas de quienes ocupan el escenario público. La ciudadanía reconoce la falsedad de la afirmación de que "todos los políticos son iguales"- todos reciben regalos-, o sea, la teoría del ventilador para generalizar injustamente e igualar un obsequio institucional con un caro soborno de un contratista corrupto; generalización que incrementa peligrosamente la desafección política. Al final, tanto afán por matar al mensajero les resultará más costoso que matar a la verdad; mientras tanto, la siesta de la justicia (agosto) pasará rápida.

ADMIRO A LOS ANIMALES

Inteligencia humanay trabajo

Pedro Serrano Martínez

Correo electrónico

Cuando se ensalza la inteligencia humana comparándola con la del resto de especies animales, siempre me pregunto lo mismo: si somos tan inteligentes, ¿por qué nos pasamos la vida trabajando, y por qué el resto de animales -salvo algunas excepciones con una organización social parecida a la nuestra- son capaces de sobrevivir sin estar sometidos a la esclavitud del trabajo? La respuesta no puede ser otra: porque somos más tontos.

Hasta tal punto llega nuestra necedad que cuando encontramos un trabajo, en lugar de huir de él como de la peste, nos lo disputamos. Todo ello a sabiendas de que trabajar no es otra cosa que prostituir nuestro cuerpo y nuestra libertad a cambio de una generosa dosis de humillación y un mísero sustento.

En mi opinión, la superioridad humana sobre el resto de especies sólo quedará demostrada cuando la esclavitud del trabajo organizado, como medio de subsistencia, desaparezca de nuestras vidas. Mientras eso no ocurra, seguiré admirando a los animales y cuestionando la tan elogiada inteligencia humana.

ANTE LAS VIOLACIONES

Hay que reformar la leydel menor

Miguel Rivilla

Correo electrónico

Son muchos, repetidos y semejantes los delitos de violación cometidos por menores, en diversos sitios de España. Su rechazo constituye un clamor popular. Ya son una alarma y conmoción social. Bastantes están ´sub iudice´, y los resueltos han defraudado a la opinión pública. Urge una reforma pronta, justa y adecuada. Lo exige el dolor de las familias, el sufrimiento y humillación de las víctimas, la impunidad de los autores y la reparación del mal hecho. Los políticos no pueden hacer oídos sordos a esta realidad. Sin olvidar que hay que atacar las causas que influyen en que se cometan tales actos.