PRIVILEGIADOS

Controladores aéreos

Antonio M. Olivas Salguero

Mérida

Gracias a la irresponsabilidad de los controladores aéreos, esa clase privilegiada, con retribuciones millonarias, que miran por encima del hombro al resto de los ciudadanos, han creado con sus "depresiones" y "condiciones de esclavitud", en su trabajo, un daño tremendo a este país que está luchando por salir del paro y de la crisis económica.

Han sido muchos miles de usuarios los que se han encontrado tirados en los aeropuertos porque estos personajes del aire, sin previo aviso y unidos, no acudieron a sus puestos de trabajo.

Perturbar la convivencia, creando un clima que rompe la paz social en un estado de derecho, es inadmisible y merece un castigo ejemplar.

Es un colectivo muy viciado por las condiciones económicas que siempre han gozado, y que arrancan del convenio firmado en 1999 entre los controladores y AENA, cuando gobernaba Aznar. Desde esa fecha no han parado los enfrentamientos. Pero lo sucedido ahora ha colmado el vaso.

Cuando a primeros de 2010, el gobierno socialista marcó los salarios en 200.000 euros anuales, rebajándoles de los 350.000 que tenían, saltaron las alarmas entre los controladores que ha degenerado en esta huelga.

El Ministerio de Fomento debe hacer, para conocimiento de la ciudadanía y vergüenza de estos funcionarios, una nota indicando las condiciones laborales y económicas que tienen (retribuciones anuales, jornada de trabajo y días de descanso, vacaciones anuales, billetes familiares gratis, etcétera).

Seguro que nos llevaríamos las manos a la cabeza sintiendo vergüenza ajena.

ALARMA EN LOS AEROPUERTOS

Dos vías de sanción

Andrés Jiménez de Parga

Correo electrónico

Tras los gravísimos acontecimientos del sábado, es evidente que los controladores merecen ser sancionados. Caben dos vías: la administrativa y la penal, ambas con finalidades sancionadoras, de acreditarse que la conducta reviste signos de culpabilidad. La intensidad de la sanción varía desde la suspensión temporal hasta la privación de libertad, pasando por la inhabilitación definitiva para que el sancionado no pueda ser nunca más controlador. Queda la responsabilidad civil (indemnizatoria), que puede derivar de la comisión de un delito y del ejercicio, por los civilmente perjudicados, de las acciones que tienen a su disposición como usuarios (frustrados) de los servicios aéreos. La finalidad es compensatoria, siendo su razón de ser el resarcimiento de los daños sufridos por el perjudicado.

Estas acciones resarcitorias se ejercen individual y colectivamente. La forma colectiva, de larga tradición en EEUU, sería una vía para que los usuarios aéreos pudieran ver reparado el sufrimiento. Que se tuerzan, de repente y por culpa de un tercero (que presta un servicio público), unas vacaciones debe ser emocionalmente reparado y económicamente compensado por quien ha causado esa injusta rotura de planes.

Polvorones para todos

J. Pérez

Correo electrónico

Como miles de personas más, todos los miembros de mi familia nos vimos afectados por la huelga de los controladores aéreos. En nuestro caso, íbamos a ver a nuestro hijo, que está estudiando en el extranjero. El caos nos ha causado una serie de sentimientos difíciles de explicar en una carta, pero que cualquier persona puede imaginar, excepto, posiblemente, un colectivo. Pero estos sentimientos se han exacerbado al ver en la televisión a una controladora que estaba llorosa, ansiosa y nerviosa porque habían entrado la Guardia Civil y el Ejército, "con pistolas", para hacerlos trabajar.

Entonces recordé las caras de los miles de pasajeros que estaban en el aeropuerto ante unas pantallas con una sola palabra: cancelado. He tenido remordimientos de conciencia ante tanto dolor y desesperación de la pobre controladora; hago un llamamiento al colectivo de controladores aéreos para que se pongan en contacto conmigo porque quiero entregarles una caja de polvorones que nos había pedido nuestro hijo para estas fiestas y que, como yo tengo colesterol y mi esposa sigue un régimen, no podemos aprovechar.