WEw l anuncio hecho ayer por el lendakari Juan José Ibarretxe de convocar el 25 de octubre del 2008 una consulta popular sobre el futuro del País Vasco es un desafío en toda regla al Estado. Un hecho así va a marcar, sin ninguna duda, la política española en los próximos meses. Ibarretxe ha trazado de forma unilateral y sin que previamente hubiera ofrecido indicios de ello, una hoja de ruta que es un despropósito de todo punto inverosímil puesto que pasa, en primer lugar, por establecer un pacto con el Gobierno central en el que se exprese el "respeto a la voluntad de la sociedad vasca", eufemismo que hace referencia al derecho de autodeterminación. Ese acuerdo será posteriormente votado en el Parlamento vasco, en junio del 2008, y dará lugar a un referendo cuatro meses más tarde. El problema, no pequeño, que pasa por alto este plan Ibarretexe 2 es que una consulta de este tipo no es constitucional --solo el Gobierno central puede convocar referendos-- y plantea una más que improbable negociación de tú a tú Euskadi-España.

El presidente José Luis Rodríguez Zapatero se apresuró ayer a responder a Ibarretxe que acepta el diálogo, pero siempre dentro de los límites de la legislación vigente. "Yo oiré a Ibarretxe y él también ma va a oír a mí", dijo expresivamente el presidente al conocer las intenciones del lendakari. Y es que ningún Ejecutivo español --con presidente del PSOE o del PP-- va a asumir una iniciativa que vulnera de forma flagrante la Constitución y crea una vía inequívoca hacia la secesión. Cosa distinta es que desde la política puedan establecerse fórmulas de consenso para que una comunidad autónoma pueda pronunciarse sobre su futuro. Pero eso exige complejas y profundas reformas legales que en este momento parece imposible abordar.

Ibarretxe ha lanzado su nuevo plan sin que la banda ETA haya depuesto las armas y rectificándose a sí mismo, puesto que se había comprometido a iniciar el camino que condujera a la consulta "en ausencia de violencia". Precisamente esa condición es la que ponía Josu Jon Imaz, el todavía presidente del PNV, que ha anunciado su abandono de la política ante el rumbo tomado por la mayoría del partido. La presencia del fenómeno terrorista condiciona la política vasca desde la transición y lo seguirá haciendo en los próximos meses, aunque Ibarretxe pretenda soslayarlo. Llegados al extremo de una consulta como la anunciada por el lendakari, la actividad de los pistoleros coacciona al electorado. Otro factor esebcial que hace rechazable este proyecto.

El reto de Ibarretexe es lo suficientemente importante como para que merezca una respuesta sosegada y dialogante del resto de las formaciones políticas. Mal empezamos, en este sentido, cuando el PP ya está culpando al actual presidente de las intenciones del lendakari. Olvidan que el primer plan de Ibarretxe se fraguó con Aznar en el poder y se rechazó bajo la presidencia de Zapatero.