WEwl tercer Congreso de la Lengua Española ha confirmado que esta lengua cuenta con todo lo necesario para ser uno de los pocos grandes idiomas con un futuro de uso internacional en la era de la globalización. Dispone del peso demográfico, los instrumentos académicos, la voluntad de sus hablantes y el compromiso de los gobiernos para conseguirlo. Algunas herramientas, como el nuevo Diccionario panhispánico de dudas, demuestran que a ambos lados del Atlántico hay conciencia de que sólo manteniendo la unidad de la lengua ésta podrá ser un instrumento útil más allá de las fronteras. Y también se reconoce que esta unidad sólo será posible aceptando que el castellano de 40 millones de españoles no tiene por qué ser el único modelo de referencia frente a la creatividad que bulle en los cientos de millones de hispanohablantes de América.

Con la defensa del castellano está en juego el mantenimiento de un espacio cultural y económico iberoamericano. Pero hay otro reto lingüístico crucial: sin ampliar el conocimiento del inglés en la educación, ni accederemos bien a las nuevas tecnologías ni seremos competitivos en la economía globalizada. Y en este campo, Madrid ha comenzado ya a dar ejemplo en sus aulas.