Se fue Rajoy a Sevilla a dar dos besos a Cifuentes, y se gustó muchísimo cuando tituló de lenguaraz a Rivera. No se le ocurrió llamar lo mismo a la ministra de Justicia alemana, pese a que esta afirmara con sorprendente imprudencia la absoluta corrección de negar la rebelión de Puigdemont.

Ensimismados los populares en quererse, su capacidad de reacción ante la humillación sufrida por la democracia española, no por la justicia alemana sino por el gobierno alemán, fue nula, ocupados como estaban en jalear a la presidenta de Madrid, en atacar a sus contrarios y en darse un chute de inconsciencia.

Solo Dastis respondió tibiamente que las palabrejas de marras eran «desafortunadas». Y ahí quedó todo durante el fin de semana, tal vez porque el ministro de Exteriores también estaba en Sevilla aplicándose el mismo tratamiento de euforia que sus compañeros de partido y haciendo así, en mi opinión, dejación de sus obligaciones, entre las que se encuentra hacer pedagogía de la verdad y emplear el tiempo y los recursos necesarios, todos los que estén a su alcance, para difundir el verdadero relato de lo que supone el intento de golpe de Estado sufrido por España desde días antes del 1-O. Y con más razón en estos momentos en que el relato victimista de los golpistas encuentra eco en Europa. Un eco con tan tímidas respuestas por parte del Gobierno que se diría que este está paralizado, acomplejado o inutilizado en su capacidad de reacción.

Tardíamente respondió la embajadora española en Berlín tras la verborrea de la ministra. Mas siguiendo sin duda el tibio ejemplo de sus superiores, se limitó a escribir a la prensa, como si la sección de cartas al director fuera el cauce necesario para encarar el enorme descrédito que supone para España todo este espinoso episodio.

A mí no me vale con ese malentendido con el que la lenguaraz ministra teutona ha querido liquidar el lance. El daño ya está hecho y duele mucho que cada vez más, en lo que en absoluto parece prudencia y sí inacción culposa, el gobierno se esté dejando ganar la batalla de la información.

* Profesora