El pasado día 26 de abril hizo 20 años de la publicación de la vigente Ley General de Sanidad (1986). Fue bajo el mandato como ministro de Ernest Lluch , asesinado por ETA en días aun cercanos --¿qué pronto olvidan algunos?-- el que marco un hito en nuestra reciente historia democrática de una de las leyes que aún perdura y que prácticamente nunca ha sido contestada desde ningún ámbito, al extender el derecho a la asistencia sanitaria a todos los españoles como así se reconocía en el art. 43 de nuestra hoy tan vilipendiada Constitución. Es lícito rendir homenaje póstumo a su persona.

Sin duda, la creación del actual Sistema Nacional de Salud marca un antes y un después en la salud de los españoles, aunque no exento de conflictos, nada novedosos a lo largo de los últimos doscientos años de nuestra sanidad. Allá por 1822, un intento de primer Código Sanitario o posteriormente una Ley Sanitaria se fueron al traste por falta de acuerdo político e imposibilidades económicas.

Las diversas competencias de organismos y ministerios en materia de sanidad y la falta de un órgano coordinador impedían cualquier intento integrador, más cuando la dependencia era de una dirección general, creada sobre 1855. Si bien esta fue la base de posteriores reformas, más orientadas en el ámbito de la higiene y salud pública.

Un proyecto en el bienio republicano 1931-33 a cargo del entonces director general, el doctor Marcelino Pascua , con la participación y colaboración de la Asociación Sanitarios Titulares, fracasa de nuevo, produciéndose la dimisión del primero y la consiguiente decepción de los médicos titulares, que se consideraron maltratados.

Del ministerio dirigido por la anarquista Federica Montseny (1936) poco nuevo que añadir.

Se vuelve durante la dictadura a esa DG de Sanidad, con aportaciones como: el Seguro Obligatorio de Enfermedad (1942), Ley de Hospitales (1962) y por fin el texto refundido de la Ley de Seguridad Social (1974), casi al final de este periodo. La creación del Ministerio de Sanidad por el Gobierno de UCD en 1977 y del que fue su primer ministro nuestro paisano Enrique Sánchez de León , dio paso a la situación actual. El desarrollo de esta ley no puede quedar en el olvido, ya sea por otras como: la del Medicamento o las Transferencias Sanitarias a las CCAA y las más reciente de la etapa de Ana Pastor , siempre esperadas y que llevaban años en los cajones ministeriales, sin alguien que le hincara el diente. Por su decisión vieron la luz el Estatuto Marco, Ley de Cohesión y Calidad o la de Ordenación de las Profesiones Sanitarias. Si en un principio comentaba la falta de crítica a la ley, sin embargo, se pusieron de manifiesto problemas futuros, que son actualidad: diecisiete sistemas sanitarios distintos con evidentes desigualdades sanitarias entre CCAA, problemas de financiación, diferencias en recursos asistenciales tanto tecnológicos como humanos, distintos modelos de carrera profesional y a todo ello un Consejo Interterritorial a la gresca entre los políticos de las distintas autonomías. ¿Será por aquello de donde las dan las toman? Hoy se hace una llamada al consenso, a la lealtad institucional y un sinfín de grandilocuencias, propio del momento y se olvidan de inmediato. Yo pediría coherencia, cosa difícil para los políticos que tiene la virtud de decir y darle validez a una cosa y la contraria si viene al caso.

*Médico