Paradójicamente en un gobierno de izquierdas al que se le presupone la chaqueta de pana con coderas y la defensa de los intereses del trabajador (Partido Socialista ¿Obrero? Español) asistimos perplejos a la versión moderna de la película dirigida por Elia Kazan , más conocida por el impresionante papel realizado por Marlon Brandon y Karl Malden , La Ley del Silencio .

Dieciocho meses lleva nuestro Gobierno sin convocar la Mesa Sectorial de Educación con el beneplácito y silencio de los sindicatos llamados de clase, los mismos que aceptaron y negociaron el Estatuto Básico del Empleado Público que contempla la creación de mesas sectoriales, tanto en el ámbito estatal como en el autonómico, lo que se ha hecho ya efectivo en la gran mayoría de las Administraciones Educativas Autonómicas. El Capítulo IV, del Título III de la Ley 7/2007 del Estatuto Básico del Empleado Público reconoce el derecho a la negociación colectiva, representación y participación institucional y el derecho de reunión de todos los empleados públicos, siempre y cuando el Ministerio de las Administraciones Públicas lo considere necesario y a petición de las centrales sindicales representadas en la Mesa General de Administraciones Públicas.

Los funcionarios docentes somos el sector con mayor número de funcionarios: medio millón de almas. Antes de las elecciones generales, el Gobierno prometió retomar el Estatuto de la Función Pública Docente y constituir la Mesa Sectorial de Educación inmediatamente después de conocer el resultado de las mismas.

No constituir dicha mesa significaría apartar del derecho a la negociación colectiva y de sus condiciones de trabajo a un importante número de funcionarios públicos, como es el caso del colectivo de funcionarios de los diversos cuerpos docentes, además de reducir a su mínima expresión el movimiento sindical activo y real, aquel que baja a la arena y huye de observar la batalla desde el trono del César.

El movimiento sindical, por desgracia, pasa por sus momentos más delicados y no es de extrañar, carteros y maestros que se disfrazan de médicos para protestar en la calle, sindicalistas con medallas, altos y bajos, que salen a la calle predicando micrófono en boca "no olvidéis al obrero" pero son los mismos que aplauden a sus patrones por temor a perder su monopolio exclusivo observando impávidos cómo las distintas mesas sectoriales no son convocadas aportando su granito de arena a la ley del silencio.

Habrá que desempolvar banderas y chaquetas de los sesenta y salir a la calle o convocar huelgas como hace años y no esperar a aquellos que despiertan cuando pierden la voz de su amo ya que ningún perro muerde la mano que le da de comer.