XLxa alegría es un estado de ánimo más bien escaso, una flor tan perecedera que cuando uno se la encuentra por la calle corre a pregonarlo a los cuatro vientos. Y puede ocurrir, entonces, que tu vecino te mire con cara de sieso y te espete: no es para tanto. A eso se le llama libertad de expresión, y hay que respetarla, tanto, que los ya mayores la adoramos. No hay nada como la calle para pulsar el sentimiento. El problema estriba en encontrar la calle conveniente, porque hay muchas en las ciudades; incluso en los pueblos pequeñitos no se ponen de acuerdo ni en los números pares.

Está de moda la película de Mel Gibson sobre la Pasión de Cristo. Dicen --no ha sido desmentido-- que hasta el propio Juan Pablo II ha comentado algo parecido que "así debió ser". ¿Acaso no puede opinar el Papa? Otra propaganda reza que al menos cinco personas se han muerto de infarto al contemplarla. Luego parece que fue solamente una y por problemas cardiacos graves que tenía antes de entrar al cinematógrafo. Lo mismo hubiera podido ocurrirle al comprar palomitas en la tienda de la esquina. Y es que no hay nada como la buena publicidad. El hecho notorio es que Mel Gibson cree haber ganado puntos para la vida eterna, mientras ha multiplicado por cien su inversión millonaria en el filme, lo que entra en contradicción con su relectura de la Biblia y en cambio cuadra perfectamente con la doctrina luterana y calvinista. "Hazte rico en este mundo y no mires a quien..." que más parece un seguidor del Opus.

Respeto para libertad de pensamiento y de pareceres. Sobre gustos no hay nada escrito y a la salida del cine un compañero me comentó: "Todo mejor que el cine español subvencionado; yo le he declarado la guerra al cine español". ¿Qué producto del campo no tiene algún tipo de subvención, e incluso para no producirlo por la saturación del mercado? ¿Por qué se puede primar al tabaco o al tomate, y no al cine español? Y una voz, en falsete, que salía de algún lugar oculto, me acoquinó: "Joder, pareces más tonto de lo que eres; porque puede llevar ideología; e ideología, sólo hay una: la verdadera, la nuestra". Amén, repliqué. Y es que esto de la libertad de expresión suele siempre por etapas. Los demócratas la bendicen; cuando las cosas van mal, la aceptan aunque ocasione disgustos, pero el contraste de pareceres es algo intrínseco en el tránsito de las ideas. Los otros la utilizan cuando conviene y la persiguen cuando soplan malos vientos para sus intereses.

El cine es un espectáculo de masas y si El Vaticano hace propaganda o deja que la hagan en su nombre, tendrá sus motivos, aunque luego arremeta contra otro título que no le convenga, pero siempre estaremos hablando de un hecho comercial en la comunicación de masas. Al fin y al cabo, los dueños eclesiales de una TV local, en Badajoz, no tienen escrúpulos en permitir programas basura porque esperan les dé más audiencia, por encima de la conveniencia ética del discurso que entra de lleno en la contradicción que supone predicar en sus púlpitos contra la pornografía que domina los medios de comunicación de... los otros. ¡Hablamos de negocio, estúpido, no de cuestiones del Evangelio! (Sigue la voz replicante...) Sin ser malévolo, para subvenciones, la de la Iglesia Católica en España. Pero en fin, que no van por ahí los dardos, en estos momentos tan difíciles de fundamentalismos religiosos. Lo que más me llama la atención es confundir la realidad con la fantasía. Así, mi otrora admirado y querido César Alonso de los Ríos , habla de los ´silencios del presidente´ , atacando a Rodríguez Zapatero , cuando aún no ha sido ni siquiera investido en el Congreso . Y es que la consigna de la ´futura´ oposición es ni cien días ni agua. Al ataqueeeee. Bendita libertad de expresión.

*Periodista