Desde siempre se ha leído el libro de papel, aunque escaseaba y era de baja calidad, hasta que la artesanía dio paso a la industria editorial, que abarató los precios e hizo ediciones espléndidas. Esto estimuló más nuestro interés y pasión por leer. Borges decía que podría imaginar un mundo sin pájaros, mas no sin libros. Mientras, éstos se hacían más populares y cercanos, invitándonos a una plácida lectura, en la mesa camilla o en la playa vacacional. Y, actualmente, proliferan toda clase de libros, como festines de ocio y descanso, que completan colecciones, nos emocionan sus relatos, nos transportan a mundos de fantasía o nos sorprenden sus hallazgos, tras haberlos adquiridos en alguna librería de viejo o en cierta feria popular. El erudito bucea en archivos y bibliotecas, otros hallan goce para el intelecto o hacen introspecciones razonando textos filosóficos, o gozan de lo lindo con una buena novela, o con agudos ensayos e interesantes biografías.

Pero todo cambió una barbaridad, como dice la zarzuela. E irrumpe el libro digital o electrónico, que, sin ser la panacea, está ahormado de un diseño que emula la versatilidad del libro de papel. Tiene sus ventajas, como leer todo tipo de documento, no cansa su lectura, su acceso es inmediato y es posible la conexión a internet, con los principales portales de venta de libros electrónicos, y con descargas de ediciones electrónicas, de diarios y revistas. El gasto de papel y tinta es menor, más cómodo su transporte, crece el texto con enlaces multimedia y se pueden hacer anotaciones al margen; aunque su precio es elevado, lo que obliga a ir hacia dispositivos más baratos y con otros servicios. Pero posee mayor accesibilidad, ampliada a imágenes y sonidos, modificaciones, copias o pegando información, mas disminuye el control comercial y la piratería hace que el editor reduzca sus ediciones.

El impreso dura más, controla más la información y es más fiable. Mario Vargas Llosa dice que el digital causa "baja creativa", aunque crece en EEUU. Muchos son fieles al clásico, impelidos por un cierto aroma de romanticismo, por lo que siguen siendo reductos del papel los textos de ficción, sobre todo novelas de 500 páginas. Y se vende más, pues, por cada cinco lectores, hay 95 que lo prefieren. Mas el libro técnico y de consulta, de lectura más breve, ya de artículo o noticia puntual, prefiere el soporte electrónico. Sin remitir disquisiciones y debates.