También conocido como el Pequeño Libro Rojo, fue un libro publicado por el gobierno de la República Popular China donde se recogían citas y discursos pronunciados por Mao Zedong, entonces presidente del Partido Comunista de China, cuyos miembros debían llevar siempre consigo y cuya lectura era obligatoria en los colegios. El famoso libro rojo es considerado uno de los más importantes ejemplos de adoctrinamiento ideológico de masas.

Por desgracia, la educación ha sido y es usada por muchos gobiernos para intentar adoctrinar a sus ciudadanos desde bien temprana edad, no solo manipulando, en algunos casos reinventando la historia hasta lo absurdo. No crean que exagero si les aseguro que un historiador catalán afirma que la civilización, tal y como la conocemos, nació en una ya existente Cataluña o que Santa Teresa de Jesús era catalana o que en toda América, la del norte, central y sur, se hablaba catalán. Imagino que desenterrar a Salvador Dalí no fue buena idea.

En el último curso, las ocho editoriales de libros de texto tuvieron que preparar cada una de media hasta 25 manuales sólo para Ciencias Sociales de 4º de Primaria, 19 de Matemáticas o 18 en Lengua. Imagínense como estaremos que Antonio María Ávila, director ejecutivo de ANELE, Asociación Nacional de Libros y Material de Enseñanza, reconoce que esas variaciones, muchas bajo presión, «no se hacen nunca con criterios pedagógicos, sino políticos o economicistas».

Luego son aquellos sin bandera que tienen como bandera el libre pensamiento, democracia y libertad --eso sí, siempre que el pensamiento sea el suyo, pues quien no opina como ellos, son fascistas, antidemócratas y demás calificativos-- los que obligan a leer su biblia, enfrentan en las escuelas a amigos y a hermanos, o señalan con huelgas amenazantes.

Mientras el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte interpela al departamento de Enseñanza de Cataluña por la realización de actuaciones de adoctrinamiento ideológico y probablemente en breve, de odio nacionalista en algunos centros escolares, debemos preguntarnos hasta qué punto se ha realizado dejación de funciones en cuanto a la obligada vigilancia del currículo por parte de la alta inspección, y hasta qué punto se debe transferir competencias educativas a las comunidades autónomas, sin el más absoluto control central.

Llámenme anticuado pero prefería a Petete, que también era rojo, pero no sonrojante.