Periodista

Lo malo que tiene empeñarse en que se cuelguen crucifijos en las aulas es que, si se aplica el mismo criterio en todas las escuelas, en muchas de ellas, no sólo italianas, los pupitres de los alumnos deberían colocarse mirando hacia La Meca y la clase de Lengua tendría que estudiarse en árabe. Franceses y norteamericanos resolvieron con sus respectivas revoluciones del siglo XIX la separación de Iglesia y Estado y por lo que se ve, sus escolares, que no aprenden religión en las horas lectivas, son tan católicos o protestantes como los de los países vecinos. Como los de Italia, o España. Con el déficit de educación con el que nuestros jóvenes terminan los estudios, la polémica sobre el crucifijo resulta estúpida. Lo que necesitan las escuelas son más libros que se lean y no más símbolos religiosos.