XHxay que ver las vueltas que da el mundo! Hasta hace muy poco tiempo la tarea de echarse novio o novia , como se decía antes, implicaba desplegar las plumas como el pavo real, o exhibir los cuernos, como los astados. Las mujeres que buscaban pareja recurrían al milenario truco de la seducción. Esto implicaba acicalarse con sofisticados procedimientos, que solían incluir la aplicación de cosméticos y pinturas, sufrir la tortura de la depilación y dedicar incontables horas a dejarse peinar. Una ropa a la moda, y la adecuada lencería eran elementos casi tan aconsejables para favorecer el resultado como una dote prometedora. El despilfarro de medios abarcaba tiempo, dinero e innumerables molestias para cualquier mujer en busca de pareja. Los hombres por su parte tampoco han escatimado recursos a este importante menester. Desde invitar a la chica, regalarle flores, hasta ir de taxista con la futura suegra, o incluso dejarse romper la cara, si el guión lo requería.

Cuando a uno o a una se le pasaba el arroz , había que recurrir a métodos agresivos. En estas ocasiones un padrino que sirviera de celestina era más práctico. Y así muchos viudos se exponían mutuamente sus pretensiones a través de un amigo o del cura, por ejemplo. Nada que ver con la comodidad innegable que nos ha traído la red.

Ahora para ligar puedes acurrucarte en tu acogedora bata de estar en casa y dejarte puestas las zapatillas viejas. Ni siquiera es necesario que te duches, o que tu aspecto sea atractivo. Internet viene a democratizar el ligue . En este medio no se discrimina a nadie por razón de sexo, raza, edad, religión o aspecto físico. Cualquiera tiene a su alcance unos minutos para volcar sus inquietudes afectivas y/o sexuales en cualquiera de los cientos de parejas que, al otro lado de la red, comparten esta necesidad.

Da igual que seas feo, que estés enfermo, o que padezcas disminuciones físicas severas, y como nunca falta un roto para un descosido da igual lo que pienses, o como lo expreses, alguien te encontrará interesante, y te responderá, seguro, desde algún rincón del mundo, puede que tu vecino, o tu antípoda. Incluso puede que tu misma abuela, si en vez de por el nombre te conocen por el nick .

Esta costumbre se presta a muchas confusiones. No obstante, casi todo son ventajas. Que mamá te riñe, te conectas, y enseguida te consuela algún amigo. Que se casa tu mejor amiga y te quedas sola, contactas a la carta por internet, en un abrir y cerrar de ojos, con el hombre de tus sueños. Que tu esposa te aburre, te enganchas, y al momento, alguna angelical mujer te hará olvidar el peso de la vida cotidiana, y te reconciliará con el mundo. Si por ser joven tienes que volver temprano a casa, siempre tienes el messenger, y si acabas de divorciarte, ahí tienes la forma más rápida de rehacer tu vida. Si nos ponemos serios, habría que profundizar sobre la incomunicación que subyace a este fenómeno.

Tendríamos que reconocer, añorando los tiempos en que la gente se saludaba mutuamente, cuando se cruzaba por la calle, aun sin conocerse, que en plena era de las telecomunicaciones, estamos ávidos de comunicación, que nuestra forma de vida actual se desarrolla con importantes carencias afectivas. Y así, a pesar de pasar el día rodeados de gente, en el trabajo, en el autobús, en el hiper ... no nos comunicamos lo suficiente. Con los compañeros hablamos de política o de fútbol, con los vecinos comentamos acerca del barrio, con los desconocidos procuramos no cruzar palabra, si acaso algún atrevido menciona, muy esporádicamente, el estado del tiempo atmosférico. No es raro que con tanto comedimiento en el trato personal, todo tipo de foros de internet estén abarrotados, y que el volumen de negocio movido en torno al ciber-sexo sea en términos económicos el más importante de la red, con diferencia.

No ha sido casualidad que las Supremas de Móstoles hayan arrasado con su pegadizo tema eres un enfermo del ciber-sexo . Claro que este revolucionario medio no está al alcance de la mayoría, ni aquí, ni en el resto del mundo. Cuando me refiero a ese minoritario grupo de millones de personas que tienen el privilegio de contar con acceso a internet, también me doy cuenta que otros muchos millones de habitantes actuales del mundo no llegarán a teclear un ordenador en su vida, ni a salir de vacaciones, ni siquiera, a comprar un periódico, pero ese es otro tema, y hoy no querría amargaros vuestro ratito de navegación cibernauta, ese sagrado rincón virtual, que viene a regalarnos unos oídos para nuestra voz, un regazo para nuestros desasosiegos, un cauce para nuestras inquietudes, un lugar para el sueño, en definitiva el consuelo, el amor, la esperanza, o media hora de bien merecido entretenimiento.

*Profesora de Secundaria