No entiendo para qué desean tener tanto los poseedores de las grandes fortunas. Su avaricia la deben tener satisfecha, entonces ¿para qué tantas mansiones, coches, yates, dinero, si no pueden gastar lo que poseen?

Lo mismo pasa con las grandes corporaciones, sin un titular claro, solo un presidente que maneja una gran fortuna en nombre de cientos o miles de socios. Esos presidentes se creen dioses, dueños del dinero que manejan y multiplican, ¿para qué? Se debería limitar la riqueza, redistribuyéndola con la sociedad; no significa comunismo, porque se reconoce la propiedad privada, sería una sociedad que defienda y proteja a las personas y los bienes de cada asociado; habría fortunas pero no pobreza.

En lugar de ello privatizan todo lo susceptible de beneficio, cambiando el concepto del ocio, porque nuestra estupidez reclama las grandes superficies como su sustituto, con cines, restaurantes, diferentes comercios, sin olvidar esas pequeñas atenciones para los bebés, con servicios adecuados y microondas donde calentar el biberón, todo con un solo fin: consumir, nos han convertido en carne de asfalto, nuestro hijos conocerán la naturaleza por National Geographic. Por supuesto, pagando.

Esto tendrá un final, porque nadie es lo suficientemente fuerte para ser siempre el amo, cuando una serie de abusos persigue el mismo objetivo reducir a las personas a una especie de esclavos , estos estarán en su derecho y tienen el deber de derrocar al gobierno para conseguir seguridad.

José Enrique Centén Martín **

Correo electrónico