Qué ha ocurrido? Si algo estaba gestionando bien el Gobierno ha sido el brote de la gripe A. Ha habido información, coordinación con las comunidades autónomas, una buena organización sanitaria y una precisa política de prevención. ¿Qué ha ocurrido ahora para llegar a esto?

Los que no conocemos a la ministra de Defensa, Carme Chacón , y al margen de coincidencias y discrepancias políticas, sabemos que no es precisamente una mujer frívola. Su propia timidez le lleva a no repentizar. No repentizó en Kosovo, cuando dijo que nuestras tropas volvían a casa. Lo dijo después de hablar con el presidente del Gobierno que fue, en definitiva, quien le alentó a que lo dijera. La culpa del revuelo que se organizó a posteriori no fue suya. Lo dijo en la convicción de que todos los flecos que rodeaban a una decisión de ese calibre estaban resueltos. Su asombro máximo se produjo cuando vio que, nada menos que Bernardino León , hombre del presidente, acudía de manera precipitada a dar explicaciones a la Administración americana y, desde luego, cuando escuchó el estrepitoso silencio del presidente ante las críticas que le cayeron encima.

Ahora, con el inexplicable lío del cuartel de Hoyo de Manzanares, no descarto que haya podido ocurrir algo semejante. No hay que descartar que los responsables del acuartelamiento no hayan dado importancia a que unos cuantos jóvenes, cuando ya ha pasado la época de gripe, se planten con fiebre de la noche a la mañana; pero la irresponsabilidad ha sido máxima sobre todo cuando los casos se producen en un espacio cerrado en el que conviven cientos de personas.

Si en algo está de acuerdo la comunidad científica es en la versatilidad de los virus. Son caprichosos "y juguetones con las expectativas e hipótesis que se trazan desde los laboratorios". Afortunadamente, a estas alturas, bastan cinco o seis horas en confirmar si hay o no gripe y no un día o dos como ocurría hace apenas mes y medio. Por ello, fue una irresponsabilidad permitir visitas escolares perfectamente prescindibles y ha sido una tropelía política enterarse de todo lo ocurrido a posteriori.

La vicepresidenta ha tenido que pisar otro charco y ha dicho que no hay motivo para la alarma, que todo está controlado. Y tiene razón en lo que al aspecto sanitario se refiere, sólo que en esta ocasión el debate no era sanitario sino político. A estas alturas, pocas cuestiones políticas originan alarma. En este caso lo que se ha producido es perplejidad al ver la cara de sorpresa de la ministra de Sanidad, que ha sido de las últimas en enterarse, y perplejidad por el secretismo de Defensa. Una información a tiempo es siempre garantía de éxito, como bien ha podido comprobar la ministra de Sanidad.

"Hemos dado toda la información cuando había que darla" ha afirmado la vicepresidenta; pero algo ha fallado para que Carme Chacón, responsable último del ministerio de Defensa, haya ordenado la apertura de un expediente para saber a ciencia cierta qué ha ocurrido. Y es que ella, la ministra, tampoco lo sabe. No se trata de minimizar responsabilidades políticas. Estas son las que son y a quien por cargo le toca dar la cara es a la ministra de Defensa; pero tengo para mí que antes en Kosovo y ahora en Hoyo de Manzanares, Carme Chacón navega en un laberinto para el que no había comprado entrada.