Cada día que pasa, el PP tiene más difícil seguir limitándose a sostener que la traición de dos diputados socialistas en Madrid es sólo un problema interno del PSOE, aunque por supuesto también sea esto. Ante determinados indicios, el PP debería explicar si estuvo informado --o algo más-- de esta maniobra, antes de pasar a presidir la comunidad gracias a la abstención o el voto de dos comerciantes de la política. Asimismo, debería estar tan interesado como el propio PSOE en aclarar si hay determinados intereses inmobiliarios, contrarios a que Izquierda Unida controle el urbanismo madrileño con un programa que preveía 100.000 viviendas sociales y un freno a la especulación, que en estos momentos tienen capacidad suficiente como para desvirtuar lo que decidieron legítimamente las urnas.

La solución más digna sería que los dos electos devolviesen sus escaños, pero es poco previsible. Ante eso, la única salida decente sería que el PP renunciase a formar un Gobierno aprovechándose de esas bazas corruptas, y que los ciudadanos madrileños vuelvan a acudir a las urnas para expresar si conservan la confianza en la izquierda o si este incidente de los socialistas les mueve a dar la mayoría absoluta al Partido Popular.