Nuestra región ha dejado de ser una aldea gala. Ya no sufrimos el asedio pretoriano del Imperio romano y la receta de nuestra pócima ya no es secreta: la marmita de cordero, desgraciadamente, ya no surte efecto. A nuestro bardo, el entrañable Luis Pastor , ya no le amordazamos en los días de celebraciones. Y las exportaciones no se limitan a piedras y menhires de Quintana de la Serena.

Detrás de estos cambios está implícito el carácter de lucha de los ciudadanos extremeños. Una característica endémica extrapolable a nuestros vecinos portugueses. Con una excepción, ellos tienen una hora más para los negocios. ¡Y por Tutatis y Belenos que aprovechan esa hora! Calma y confianza para darle vueltas al café y decidir emprender un negocio. También detrás de esa ondulante raia , los mojones de la carretera se ponen a cero y la frontera desviste el mercado común. Para Portugal, la crisis no es un tema novedoso. Su ritmo económico se empezó a truncar en 2001. Tienen asumida la crisis con años de ventaja, los empresarios lusos aportan aranceles con saudade y cogen los números rojos a modo de forçado .

Durante el foro de Liderando la Crisis, celebrado recientemente en Lisboa, un surtido grupo de empresarios y directivos extremeños fijaron la Delegación de Extremadura de la capital lusa para verse las caras entre aroma de cilantro y acento portuñol.

Guillermo de Llera , Presidente de la Casa de España, nos dio un chivatazo: de las más de 3.000 empresas españolas que exportan en Portugal, sólo el 1,2% son extremeñas. La conclusión es clara, la inmersión del mercado extremeño en el país luso no es demasiado fuerte. Por el contrario, Cecilio Oviedo , consejero económico de la Embajada de España en Portugal, nos sopló datos a modo de expectativas. Las cifras de las relaciones comerciales entre los dos países ibéricos son de 25.000 millones de euros. Un montante enorme, del que quizás deberíamos aprender algo. Humildad empresarial para los que dejaron de vender toallas y cambiar tópicos por un mercado digno y competente.

Los empresarios extremeños se llevaron un sabio consejo a modo de recado druida. Hablar algo de portugués, un poquito más bajo y esperar sutilmente 60 minutos para el noble arte del comercio. Sólo así, conseguiremos que nos dejen de decir ¡Están locos estos extremeños!