TEtsa es la pregunta que se hacen hoy, en vísperas del inicio del curso escolar, centenares de miles de padres españoles, sobre todo los de niños chicos, los de párvulos, que los saben inermes ante el acecho del virus de la Gripe A. El oscurantismo y la manipulación informativa que acompañan la extensión del morbo, apuntaladas por un gobierno sin iniciativa y a verlas venir, no ayudan a tranquilizar a esos padres ni, desde luego, a encontrar una respuesta conveniente y cabal a esa pregunta. ¿Llevamos a los niños al colegio? ¿Sí o no?

Al catálogo de enfermedades que los párvulos están en disposición de pillar en el colegio, se suma este año una que mata no se sabe con qué criterio ni a quién, pues si la mitad de los fallecidos por su causa tenía patologías previas y la mitad no (dato nada revelador por cuanto la mitad de la población tiene patologías previas), tampoco la edad condiciona, al parecer, un mayor o menor riesgo. Pero lo que pasa con los niños pequeños en el colegio es que están revueltos, y se besan, se abrazan, se rechupan, sudan, cogen frío constantemente, y, lo que es más grave, acuden a menudo enfermos al aula, con mocos, con toses, con fiebre, incubando notoriamente algo, por la sencilla razón de que sus padres, aun percibiendo su estado, les llevan.

Esto no es un secreto para nadie, y mucho menos para quienes tienen hijos pequeños y, por supuesto, para los profesores, pero éstos carecen por lo general de la fuerza necesaria para impedir el acceso al colegio a los niños que están malitos. La necesidad, esto es, el trabajo de los progenitores, fuerza esa situación que hoy, ante la amenaza de la Gripe A, debe ser inaceptable.

La ministra de Sanidad apuesta por el cierre "puntual" de algún colegio, pero eso significaría el cierre tardío de aquellos donde ya se hayan producido contagios, cuando lo más razonable sería cargar la mano en la prevención, a fin de evitar en lo posible sufrimientos y desgracias evitables a los niños. ¿Les llevamos al colegio? Porque el inicio del curso está ahí.