Si no fuera por la crueldad y el drama que representa, podría parecer apropiada la ironía que encabeza el titular de este artículo. Pero la realidad nos muestra su cara más amarga y a la vez nos recuerda que, la infalibilidad de algunos políticos, el dejar pasar el tiempo ("a ver si escampa") o el manido argumento de "yo acabo de llegar" o "yo no he sido" en versión infantil, hace que la inacción no traiga consecuencias a corto plazo.

Por esa razón me gustan iniciativas como la presentada en el Parlamento andaluz, que plantea la posibilidad de penalizar a los diputados que no cumplan. Y es que en ocasiones los eslóganes son, como mínimo, poco afortunados. Las hemerotecas, los archivos de audio y de vídeo, las imágenes de las redes sociales... nos hacen sonrojar por presuntas meteduras de pata a las que casi siempre se estropea con un precipitado arreglo para argumentar el desaguisado.

Otras muchas ocasiones son el lugar de encuentro para hacer oposición a la oposición, como ahora recurrentemente escuchamos. A la falta de ideas de la derecha se le suma el calificar de ocurrencias lo que hacen los socialistas, ya sea en Extremadura (pongamos a modo de ejemplo la iniciativa del alcalde de Arroyo de la Luz, Santos Jorna ), ya sea en otras comunidades, como la medida de expropiar inmuebles de bancos que ha sido calificada por el Ejecutivo regional extremeño algo así como si nuestros vecinos vivieran en "los mundos de Yupi".

Claro está que la necesidad de que los niños coman 3 veces al día, la de procurar la generalización de una mínima renta básica ( mientras no se crea empleo), la de impulsar el derecho a una vivienda digna para personas en situación límite... no se pueden despachar con la agresión dialéctica de que significan hacer demagogia.

Resultan atractivas las llamadas de atención a la creación de un Frente de Izquierdas. Seguro que pronto algunos lo criminalizarán. Ahuyentando a las clases medias. Aletargando a los obreros. Desprestigiando a los movimientos ciudadanos que con el apoyo de sindicatos y partidos han ido configurando las diferentes "mareas". Claro que para la derecha el veredicto de las urnas es inapelable: la calle es meramente testimonio de "una minoría descontrolada que no soporta nuestra victoria electoral". No se percatan de que esa victoria fue respaldada por el apoyo a un programa electoral, sistemáticamente incumplido. Pero eso, como decíamos al principio, son sólo palabras.