Cuidado con esos solo 10.866 avales de Patxi López. Son pocos, desde luego, comparados con los 59.390 de Susana Díaz o los 53.117 de Pedro Sánchez, pero tienen su valor. De momento, Sánchez los ha procurado y López ha tenido que decirle que no, muy dignamente. Y es que Sánchez, en cuanto supo de los avales de cada uno, anunció que anunciaría una propuesta a López para formar una candidatura conjunta. Y López, molesto porque Sánchez ni siquiera le había llamado (qué menos, Sánchez, hombre), únicamente pudo interpretar la propuesta como lo que era: una humillación. ¿O no era humillación la sugerencia de que con esos 10.866 no iba a conseguir nada y que mejor sería que los sumara a los suyos? Ay, el oportunismo de Sánchez.

Es verdad que Susana Díaz quizá hubiera hecho lo mismo, de no habérsele adelantado Sánchez, porque una diferencia de 6.273 avales sobre Sánchez..., en fin, ésos sí son solo 6.273. Sin embargo, Díaz no parece necesitar nada de López, pues ya se ve como secretaria general y, así lo ha dicho, solo le pedirá apoyo después de las primarias.

De acuerdo, el único modo de convencer a los demás es estar convencido uno mismo, es decir, el único modo de que los votantes crean que Díaz ganará es que Díaz crea que va a ganar, y que así se presente ante quienes habrán de decidirlo. Pero una cosa son los avales y otra serán los votos. Ay, el optimismo de Díaz.

Sea como fuere, ahí está López, entre Sánchez y Díaz, mediando y demediado. Porque López no solo tiene el respeto del partido, o de lo que llaman el aparato del partido, sino también el respeto de los críticos, por no decir la amistad de Sánchez. Se comprende que haya presentado candidatura. ¿Por no decantarse? Quizá. Pero esa es una lectura frívola, como prueban los avales.

Avales cuyo valor no está en cuántos, sino en quién. López representa la candidatura del sentido común, la del entendimiento, la que busca la unidad entre el socialismo de Díaz, el socialismo de Sánchez y el socialismo todo. López no ganará, seguro, siquiera por reconocer que no se presenta «por un cálculo de ganar o perder». Pero será el único que gane.