Escritor

Este es el título de una obra de teatro sobre el botellón estrenada en el XXVI Festival Internacional de Teatro, cuyo autor es Juan José Marín Torvisco, obra que no hay que perder de vista pese a las posibles insuficiencias que contenga, siempre discutibles, pero con aciertos novedosos y muy bien dirigida por Eugenio Amaya, en la mejor de las direcciones que yo le conozco, porque debido a la bisoñez de los intérpretes y del autor, unir todo eso no era fácil en un estreno, donde los protagonistas no sólo estaban sobre el escenario sino sobre el patio de butacas, siguiendo la obra al pie de la letra, y yo creo que como copartícipes de un texto que era de ellos más que del autor, que a pesar de tener unas voces que inacababan las palabras, ellos ya las conocían y las coreaban con risas hasta adelantarse a las frases, que las gentes de edad seguíamos como si tiraran de nosotros de las orejas, salvo un señor de pelo blanco delante de mí, que se tiraba de risa como si él fuera el encargado de las bebidas. Tendían además a colocarse de espaldas, que en el teatro es mortal de necesidad, pero el barco que iba ya en alta mar, lo mismo hundía la proa en el agua que salía gozoso a decir una vez más de puta madre , que es con tío y tía las palabras que más se repiten en el argot de la noche, como si ésta clausurara el diccionario de la lengua a otras.

La obra tiene escenas que se repiten en distintas versiones, pero la de la guerra de Irak es antológica, y la obra sube como la espuma y Amaya muestra sus mejores dotes de director, que está en toda la obra.

¿Carencias? En lo poco que pude entender, los padres no aparecen para nada, y ahí está uno de los posibles fallos de la función, porque nos quedamos sin saber qué piensan los padres y hasta qué profundidad llegan sus ideologías. Lo que queda patente es que el botellón es un fenómeno que nace en una sociedad sin ideología o de centro, que es la forma de aceptar todo lo peor para no mojarse por lo que pueda pasar.

Creo que Marín Torvisco es muy joven. Tiene diálogo en sus venas y más de una frase con gracia, como la de "Es así porque de chico le pegaron con un calcetín sucio", que encierra toda una posible idea de por qué estamos como estamos.

Yo creo que para empezar no está nada mal.