Las ciudades se llenan de luces y villancicos. Se escucha: "La nochebuena se viene, la nochebuena se va como las ilusiones y los sueños tururú . Todo es igualmente vano en la vida humana, tanto las alegrías como las tristezas. Llenamos las horas de pompas de jabón. Siempre es mejor que el jabón sea dorado, azul o de cualquier otro color antes que grisáceo o negro. Recuerdo aquellos versos de Espronceda en el Estudiante de Salamanca: Hojas del árbol caídas/ juguetes de viento son/ las ilusiones perdidas/ son hojas, ay, desprendidas/ del árbol del corazón .

Suenan canciones que invitan a la alegría mientras los billetes de lotería duermen en algún lugar seguro de la casa, esperando ser cantado por los niños de San Ildefonso. En el jardín de las ilusiones encontramos a niños, soñando con árboles cargado de chocolate, Papá Noel o los Reyes Magos. Jóvenes soñando con futuros amores, que miran al cielo y buscando en algún lugar del árbol de las estrellas, el rincón donde el amor espera se rompan las distancias. Algunos sueños se habrán hecho realidad, otros se aparcarán y muchos no volverán jamás. Los hombres seguirán clamando: ¡Ven, oh sueño! Nudo seguro de la paz, dulce placer, bálsamo de la lucha, riqueza del pobre, liberación del prisionero, juez imparcial de los poderosos y de los humildes. La experiencia te dirá: no pongas tu corazón en la seducción del dinero, éste no compra la felicidad.