TEtspantando pegamoides bajan por la calle Orense don Latino y Max Estrella . El frío corta pellejos y el alcohol de principios de siglo sólo sirve para calentar tests de alcoholemia. "¿Y cómo es, Latino? ¿Cómo es Alaska?" "Es roja, don Max, roja y como de siempre". Arriban o abajan, según las escaleras, a Nuevos Ministerios que sólo tienen de nuevo al ministro. "¡Don Max! Que ya han encendido la antorcha olímpica..." Sobre sus cabezas las pavesas trazan círculos y una llama gigantesca le da aires alaskeños al Windsor. "Que estos empiezan a celebrar fastos mucho antes de tiempo. ¿No empiezan las Navidades en octubre?" "Modas, Latino, modas e impaciencias. Pero dime... ¿Cómo es Alaska, Latino? En su perfil y contorno, y déjate de cabelleras". "Es como ese rascacielos. Ardiente, pelirroja de llamas, con aires fantasmales y mucha memoria en su interior". "Pero es pequeña... ¿No?"

Justo en ese instante caen chuzos ardientes y las alarmas del Corte Inglés indican que está empezando el fin del mundo. Don Latino y Max Estrella se refugian en un kiosko de horchatas abierto hasta el amanecer y charlan con Nacho Vidal que viene de trabajar y necesita recuperar fuerza con las chufas. "Arde Madrid, Latino. ¿O es que han instalado estufas metropolitanas?" "Es el sicalíptico que aún sigue caliente después de doce penetraciones". Nacho Vidal sonríe y enseña su herramienta para asombro de curiosos. "Este es mi Windsor, señor Max, toque, toque, que ya han tocado muchos medios. Hasta Ansón lo ha tocado".

Arde el cielo de Madrid y los aviones rastreros se confunden de ruta y aterrizan en Teruel que también existe.

Empieza a iluminarse la bohemia con el resplandor de los rascacielos en flor.

*Dramaturgo y directordel consorcio López de Ayala