La propuesta del Ayuntamiento de Badajoz para remodelar el entorno del cementerio viejo de San Juan ha desatado una gran polémica que trasciende el marco local. Se discute la necesidad o no de conservar uno de los "lugares de la memoria" donde se produjeron numerosos fusilamientos a partir de la toma de la ciudad por el ejército sublevado en 1936 y del que se conserva un testimonio de gran valor a través de las fotografías de René Bru .

Y es que este tipo de debate no es nuevo. No hace mucho tiempo otros referentes de este patrimonio sufrieron los embates de la ignorancia o los intereses económicos. Alguien tuvo la idea de montar un cebadero de cerdos en el antiguo campo de concentración de Castuera y después se intentó ubicar una planta fotovoltaica. En esta ocasión pudo salvarse por las protestas de las asociaciones y la rápida intervención de las administraciones al iniciarse un expediente para reconocer este lugar como Bien de Interés Cultural. No han tenido tanta suerte la cárcel del convento de Santo Domingo en Mérida, el antiguo campo de concentración de Malpartida de Cáceres, las Colonias Penitenciarias de Montijo, los búnkers en La Serena o las trincheras de la zona de Talarrubias y tantos otros.

Y es que todas estas construcciones forman parte de nuestra historia, al igual que la conservación del teatro romano de Mérida nos permite conocer detalles de cómo era aquella sociedad, también las construcciones vinculadas a la guerra y a la represión cumplen ese papel. Podemos estudiar un hecho histórico a través de los documentos de la época, de los testimonios de las personas, pero también de los vestigios que se conservan. Estos lugares de la memoria, son por tanto, una fuente para la investigación, son los testigos de los hombres y mujeres que no han podido dejar su memoria por otros medios, y ésta se conserva en los espacios que construyeron, en los que vivieron, y en muchos casos, padecieron o murieron.

Desde hace años, las asociaciones e investigadores venimos reclamando la necesidad de protección de estos lugares, acondicionándolos y explicando su valor histórico como se hace en otros países con las fortificaciones de la II Guerra Mundial o los campos de concentración nazis. En España, algo recoge la conocida como Ley de la Memoria Histórica . En Extremadura hemos sido pioneros con la puesta en marcha de iniciativas particulares por parte de asociaciones e investigadores y del Proyecto para la Recuperación de la Memoria Histórica de las diputaciones, la Junta de Extremadura y la Universidad. Pero aún queda mucho por hacer, se necesita que se dote de una normativa de protección y catálogo para estos lugares de la memoria . Estamos hablando de preservar para las generaciones futuras parte de nuestra historia más reciente.