TDtesde los 80 Lula era siempre el primero en la recta final electoral de Brasil, pero en última instancia y por impulso de un globo mediático la contienda se decantaba hacia conservadores como Color de Melo o Henrique Cardoso. Entonces se decía que el líder del Partido de los Trabajadores debía moderar su discurso si quería tocar poder. A finales de 2002 ya había algún comentarista que lo comparaba con Felipe González por la mesura de sus intenciones, la aceptación de las estructuras neoliberales capitalistas y la claudicación de algunas reivindicaciones históricas.

El tiempo ha hecho que la comparación con el político español se amplíe a un mandato lleno de corrupción y traiciones al electorado. A los pocos meses de su llegada al poder nos llegaban ya noticias de desencanto entre los sem terra , redes corruptas por todo el país y purgas y expulsiones de toda el ala izquierda del partido. En esas fechas Lula recibía el aplauso de los mercados y hasta de Bush, sin pensar que cuando tus enemigos te alaban es porque lo estás haciendo muy mal. Ahora se destapa lo que muchos supimos desde el primer momento, desde que los poderes fácticos le permitieron llegar al gobierno: Lula no llegó al poder en el 2002 sino que fue el poder con mayúsculas el que se apoderó de Lula.

*Profesor y activistade los derechos humanos