TMti amigo Carlitos García , el célebre inventor de la Olivettiword --les hablé de él y de su invento en el artículo publicado el día 23 de noviembre de 2005-- me ha dicho que tiene un amigo estadounidense que se llama Paul Marks y vive en Phoenix, estado de Arizona. Le conoció durante un curso de técnicas audiovisuales que Carlitos fue a hacer a Indianápolis, estado de Indiana. Se dedica al diseño y venta de cámaras y micrófonos espías, y según Carlitos es un tipo bastante observador, aunque algo entrometido; a veces tiene la fea costumbre de meterse en conversaciones ajenas, como, por ejemplo, las que puedan mantener varias personas en un bar.

Me comenta Carlitos que hace dos días recibió una carta de Paul --al parecer es un tipo que no ha olvidado que el correo convencional existe y piensa que tiene su pizca de romanticismo utilizarlo-- en la que le cuenta una experiencia no muy agradable que vivió hace algunas semanas. Su amigo Paul --que, por cierto, según Carlitos no sabe en qué parte de España está situada Extremadura-- viajaba desde Phoenix a Tucson y paró en una estación de servicio para tomar algo. Era el típico establecimiento visitado por fornidos camioneros que suelen vestir chalecos almohadillados, gorras de visera y gafas de sol con cristales plateados. En la televisión del local estaban emitiendo un reportaje sobre la llegada del hombre a la luna, allá por el 1969. El programa mostraba las conocidas imágenes de los astronautas Aldrin y Armstrong pisando el suelo lunar. Paul se sentó en un taburete y pidió una coca-cola y una porción de pizza. Mientras esperaba a que le sirvieran se dio cuenta de que dos tipos que estaban sentados junto a él miraban la televisión con verdaderas caras de crédulos. Entonces Paul se acercó a uno de ellos y le dijo: "No se crean nada, esas imágenes son una farsa, todo fue un montaje realizado en unos estudios de Hollywood". "¿Y usted qué sabe?", le preguntó el sujeto sin mirarle para demostrarle cierta indiferencia. "¿Pero no ve que eso no se lo cree nadie? Esa oscuridad que sólo deja ver a los astronautas y la nave como si estuvieran enfocados artificialmente lo dice todo." "¿Y porqué iban a querer engañarnos?", volvió a preguntar el otro. "Muy fácil, porque los rusos ya habían puesto una nave en órbita y nuestros gobernantes no estaban dispuestos a asumirlo por mucho tiempo ante sus ciudadanos y ante el mundo. Por eso montaron esa pantomima", respondió Paul con cierta exaltación. Ninguno de los dos tipos dijo nada, ambos se miraron, pagaron su consumición y se marcharon. Paul volvió a sentarse y se tomó su pizza y su coca-cola. Al salir del establecimiento, cuando se disponía a entrar en su coche, alguien le agarró del cuello por detrás y le zarandeó hasta tirarle al suelo, a continuación notó sobre todo su cuerpo una intensa lluvia de golpes y patadas que casi le dejaron sin sentido. Un precio demasiado caro por dar una humilde opinión , se dijo.

*Pintor