Cuando una contempla al George Clooney de hoy, al Paul Newman de ayer o al Gary Cooper de siempre, está dispuesta a pensar que la humanidad ha evolucionado. Nada que ver Alain Delon y todas esas hermosas criaturas del celuloide, con tabletas de abdominales o esbeltas como juncos, de cabeza oronda a lo Yul Brynner o profusa cabellera inmune al paso de los años como Robert Redford, con las individuos primitivos y simiescos, representantes de la especie humana desde el inicio de sus tiempos. Por reducirme solo a la belleza exterior porque renuncio ahora a documentar la evolución del cerebro desde Aristóteles a Einstein, pasando por Averroes. El ser humano ha evolucionado tanto, ha creado tales maravillas con materiales tan lejanos, de la piedra a la palabra, que a menudo se ha creído a imagen de Dios o, por qué no, también Dios mismo. Y en su pretendido progreso, como desde que empezó a utilizar su cerebro y sus manos para tantas cosas buenas, continuará haciéndolo para matar. Sus neuronas le darán las órdenes necesarias para idear nuevos modos de destruir a sus semejantes. No para defenderse y sobrevivir, sino por afán de poder o solo a impulsos de ese sentimiento tan humano que es el odio. Y desde la piedra en el cráneo del primer congénere y luego adversario, hasta la quijada en la nuca del hermano, desde la honda en la frente del gigante, hasta la lanza en el gaznate para luego atravesar los talones y profanar el cadáver, irá ideando día tras día, año tras año, siglo tras siglo, nuevas formas de asesinar. Armas simples, sofisticadas, veneno que ejecuta solo con rozar, creativas formas de aniquilación que se respira solo una vez, obuses, metralla, granadas, minas, bombas de seta que han dividido el núcleo del átomo, capaces en un segundo de acabar con la eternidad. El último juguete de Trump en Afganistán ha sido bautizado como la madre de todas las bombas. Qué imaginativa mentira poética. Otro paso de lo que llaman evolución. Volar a Marte, descubrir océanos bajo el hielo de Saturno, destruir el hombre y la tierra. *Profesora