TNtunca entenderé que recale en el periodismo la gente que sufre de aversión a la realidad. Para inventarse cosas mediante la letra escrita están la novela, el cuento, el teatro, la poesía, el guión cinematográfico o, si se prefiere un género menor pero más rentable, el texto publicitario, de modo que no se comprende ese empeño de algunas criaturas imaginativas y fantasiosas en dedicarse a aquello que exige, además de alguna decencia, sumisión absoluta a la realidad.

Que esa gente utiliza el periodismo para dar gato por liebre al ciudadano mixtificando y falsificando la realidad (la verdad es otra cosa, sólo cabe buscarla con ahínco) es un hecho tan deplorable como antiguo, pero en nuestros días vivimos un suceso relacionado con ese tocomocho que, por su reiteración y su empecinamiento, amenaza con trascender los límites de la prensa, si es que no los ha trascendido ampliamente ya: el 11-M. O, para ser más preciso, la ficticia versión del 11-M con que un grupo de desapegados de la realidad pretende, desde algunos medios de comunicación, suplantar la verdad de los hechos que la justicia está próxima a desvelar y que el sentido común desveló hace tiempo.

La mafia policial recién descubierta y detenida, que junto a un narco, su mujer y un abogado tocaban casi todos los palos del delito, resulta que tocaban también el de servir montajes y patrañas relativas a las investigaciones del 11-M para satisfacción de aquellos empeñados en reescribir la historia ahormándola a sus intereses. Puede entenderse que quienes apoyaron al Gobierno que, con su invasión de Irak y su imprevisión ante sus fatales consecuencias, perdió la confianza de los españoles, aventaran todas las posibilidades para exonerarse de la culpa, o remareando la perdiz del sumario, ora agarrándose a los puntos oscuros del suceso, pero lo que no sólo no puede entenderse, sino tampoco tolerarse, es que, agotadas vergonzosamente todas las vías y todas las falacias, estimulen el mercado negro de la verdad, de la verdad que les conviene, hasta los extremos que estamos padeciendo en la actualidad.

*Periodista