A raíz de la muerte de la niña rumana, al parecer, a manos de sus progenitores se nos vienen a la memoria casos similares, donde los más indefensos han acabado siendo víctimas de quienes están obligados a protegerlos. A veces, tenemos la sensación de que el retraso en el diagnóstico de si estos pequeños son maltratados o no, junto a la lenta andadura judicial, son decisivos de este trágico final, so pena de la pasividad de muchos ciudadanos a la hora de denunciar cuando tienen la más ligera sospecha de que algo de esto puede estar ocurriendo, aunque a todos, excepto padres, abuelos o cuidadores que maltratan de manera salvaje a los más pequeños, nos sobrecogen los casos de violencia ejercida contra cualquier persona, y aún más cuando se trata de personitas indefensas, de niños a los que se maltrata gravemente, niños a los que se les supone un futuro, un proyecto de vida en el que la palabra violencia no tenga cabida. No se entiende que lo mejor que tenemos en nuestra sociedad acaben sus vidas de la forma más cruel. A nadie se le escapa la evolución que hemos sufrido en todos los ámbitos, y aunque con excepciones como la que nos ocupa o los asesinos de la violencia doméstica, no tenemos nada que ver con aquella civilización romana donde el padre era dueño y señor de la vida y la muerte de los integrantes de la familia, servidumbre incluida, y si el niño era feo y no le gustaba, lo mataba, que para eso era propiedad, patrimonio, bien mueble e inmueble propio. Por su parte los espartanos no dejaban que sobreviviera el niño deforme. Los chinos y los árabes enterraban vivas a las niñas que se atrevían a nacer antes que un varón, un primogénito. El avance, pues, debe servirnos para evitar casos como éste, que desgraciadamente, nos llevan al lamento posterior, cuando ya no hay remedio.

XEN DEMASIADASx ocasiones fijamos la atención en episodios relevantes, guerras, conflictos, terremotos, inundaciones etcétera.., pero a veces, justo a nuestro lado ocurren pequeñas historias en nuestras casas, en las aulas escolares, en las tiendas, en los metros o en plena calle. No es normal que no nos fijemos en la puerta de al lado, del de más arriba, o el de enfrente donde se ejerce la violencia abusando de la inocencia de estas personitas. Y no se entiende, porque cuando ocurren hechos como estos la mayoría de los ciudadanos solemos pensar en nuestros propios hijos, no entendemos cómo puede haber gente que pueda ensañarse de esa manera contra esos cuerpitos que necesitan poco para romperse como ha ocurrido en algunos casos y otros de los que no tengamos conocimiento, y de aquellos que a base de maltrato crecerán en la creencia de que se les maltrata porque se lo merecen. Todo esto sin contar con que nuestra Constitución recoge la obligatoriedad de denunciar a todo aquel que incurra en contra de cualquier derecho que se recoja en ella. Esto es lo que debemos llevar a la práctica, ya que por desgracia, no existen academias donde se aprenda a ser padres, a proteger a nuestros hijos, a nuestras parejas, a nuestros mayores etcétera.., y debemos evitar que haya indeseables que maltraten o acaben con la vida de criaturitas que tienen toda la vida por delante. Debemos estar atentos a cualquier dolorosa realidad de aquellos menores que sufren tempranamente las consecuencias de la violencia. Este esfuerzo debe ser conjunto y también debe ser un compromiso por parte de los responsables educativos, que deben recibir la formación apropiada para discernir el sufrimiento latente bajo alteraciones de conducta como las que nutren el absentismo escolar.

Los derechos del niño constituyen siempre un bien colectivo a preservar. Y su protección se revela como el mejor antídoto para impedir la reproducción en la edad adulta de esa misma violencia padecida.

Y por último, en el caso que nos ocupa actualmente, y que por desgracia ha ocurrido en nuestras tierras, estos criminales han mostrado un salvajismo atroz, propio de los animales más peligrosos de la selva y por ello, la justicia debe ser implacable aplicándole la máxima pena.

*Responsable de Políticas para la Igualdad en el PSOE