Hay que estar en un aula sin aire acondicionado a 40 grados con veinticinco púberes después de cuatro horas para poder hablar del carácter asistencial de la Educación y no frente a un aire acondicionado.

Año tras año se solicita a la administración educativa la reducción de docencia directa con alumnos por considerar inhumanas las condiciones para éstos, no para los docentes, que también, pero principalmente por los primeros, pues la disminución no altera nuestra jornada laboral, sólo la de los alumnos.

El calor y el cansancio que acumulan los escolares en el mes de junio hacen prácticamente imposible dar clase con normalidad las dos últimas hora, máxime la última.

Según los expertos, la atención voluntaria de nuestros alumnos va aumentando de octubre a diciembre mientras que la fortaleza física, y la atención decrece progresivamente de enero a junio, siendo especialmente notable a partir de marzo.

Respecto a la excepcionalidad argumentada del calor este año, cabe decir que, durante toda nuestra historia legislativa en materia de educación, se ha incluido la idea de reducción horaria canicular y que a día de hoy, son varias las comunidades las que tienen disminución horaria, como Castilla y León, Murcia o Navarra.

El reglamento de escuelas de 26 de noviembre de 1838, que desarrollaría la ley de 24 de julio del mismo año y que con ligeras modificaciones sirvió para ordenar el régimen de todas las instituciones educativas del país a lo largo del XIX, dejaba a criterio de las comisiones locales y ayuntamientos, con la aprobación de las comisiones provinciales, «señalar otras vacaciones en los distritos y poblaciones rurales donde fuere preciso por razones higienistas en las aulas», apareciendo por primera vez el concepto de canícula adaptado a la jornada escolar.

En Extremadura y ya cansados de pedirlo una y otra vez, año tras año, solo se me ocurre una cosa, aconsejar a los centros que en la memoria final de curso se proponga la inclusión de dicha medida durante los meses de julio y septiembre, se apruebe en Consejo Escolar junto con la programación general anual y se solicite explícitamente por parte de dicho órgano la flexibilidad horaria a las delegaciones provinciales. Bueno, eso o que alguien se meta en una clase de sexto un mañanita cualquiera con la fresquita.