Escritor

Por una vez y sin que sirva de precedente, he sentido piedad por el Gobierno de la nación y su consabida ineptitud, muy parecida a la del gobierno de Celdrán, cuando sientes en sus carnes la desgracia de la Riá. Decir la Riá ya es una forma de ineptitud. Es en estas grandes desgracias cuando se mide la altura de un Gobierno. A nivel nacional, resulta patético ver a ese pobre anciano de Fraga deambulando por las costas con los mismos movimientos de un petrolero a la deriva bamboleándose de un lado a otro. Pero el Gobierno no le va a la zaga. Máxime cuando estos últimos días lo tenían todo preparado para reflotarse de tantas desgracias. Los propios datos del CIS eran insuficientes y lleno de confabulación judeomasónica. Las frases que se les ocurren los sepulta aún más. El ministro de la ecología dice unas tonterías tremendas. Después sacan a Roldán para darse un respiro y lo vuelven a encarcelar. A Garzón le ha dado un jamacuco y sale de esa horrible Audiencia Nacional con un ojo tapado. Dios Garzón, en plan Mosen Dayan, el célebre general judío, como si fuera Millán Astray. No puede ser que se reproduzcan estas reconversiones. Este país mata ya hasta sin guerra civil. Aznar, no sabe dónde meterse. A Javier Arenas la ceja deja de levantársele. La respiración se entrecorta. Se les da medallas a los familiares de las víctimas por los asesinatos de ETA. Es un respiro electoral. Badajoz en cambio está coartado por los colectores y las calles no tienen sentido. Salir de Las Vaguadas cada vez es más difícil, y no se sale no porque no se haya desdoblado la carretera de Valverde, es que no se puede salir por el mismo sitio que se entra. Tendrán que hacer otra salida por la carretera de Olivenza, pero al mismo tiempo hay que dar placer a los amigos con las recalificaciones. Si yo fuera alcalde de Badajoz no dormiría. ¡Fadajoz!, como dice nuestro alcalde ya no es una perita en dulce. Noto también que los años no pasan en balde para Saponi. El botellón ha dejado en él huellas irreparables. Las bolsas de los ojos le caen como a un buldog. Cuentan que le tuvieron que ayudar a subir unas escaleras, creyendo estar en la antesala de la gloria:

--Llevadme a presencia divina, creo le dijo a Castellano.

Todavía no está confirmado, pero el fuel también ha llegado a Cáceres.