WCwonvocada por obispos y líderes de la escuela católica, e impulsada por el Partido Popular, la manifestación de hoy es contra la ley orgánica de educación. Son casi los mismos convocantes de la marcha contra el matrimonio gay --según ellos, en favor de la familia-- que, en definitiva, quería negar un derecho a otros ciudadanos. Hay similitud.

Lo de hoy se ha calentado como una defensa de la enseñanza religiosa, pero la clase de Religión está garantizada en España para quien la quiera; lo que desean los promotores de Madrid es poder imponer a otros, a los que no desean la formación religiosa, la alternativa. Y lograr que los centros concertados puedan seguir seleccionando/discriminando al alumnado. El grupo de obispos que aún no asume el Estado no confesional no renuncia ni a los privilegios, ni a su apoyo a la derecha, ni a regular la vida de los no creyentes.

El debate educativo debería hoy estar centrado en cómo afrontar el fracaso escolar, cuando las encuestas y estudios nos sitúan en la cola de Europa. Para ello sería imprescindible un pacto de Estado para despolitizar el tema. Pero eso será imposible mientras los partidos traten la educación como el terreno ideal para levantar sus banderas.